Primer reencuentro

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—¡Fuego de cobertura! —gritó Horacio a Gustabo, quien estaba oculto tras un auto destruido. El contrario asintió y corrió hacia la puerta del badulaque abandonado, donde comenzó a disparar para que Horacio pasara al otro lado con éxito.

—Aber si te apures, chorbo —gritó la voz de maleante dentro del local— Te meto asi D1, leñe.

—¡Abuelo, que horrible esa voz, por Dios! —lanzó una burla Gustabo mientras recargaba su pistola.

—Y tu con esa máscara blanca de mierde, me cago en la puta —insultó entre risas psicópatas.

—¡Abuelooo! —gritó Horacio, mordiendo su labio inferior y vigilando que el atracador siguiera en la caja— Sal de ahí, abuelito, que te vamos a llevar a comer.

—Sí me traes a tu puta madre para tirarmela me lo puedo pensar —responde asomándose de vez en cuando para confirmar que no entren al local.

Con la radio encendida, los hermanos comenzaron a contar en reversa.

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—¡A comer suelo, abuelo! —gritaron al unísono ambos hombres enmascarados, entrando y disparando hacia la caja, esperando que el mayor saliera para ser derribado.

Al instante el de máscara blanca cayó al suelo cuando sintió que había sido disparado por su chaleco antibalas, tirándose y fingiendo que había muerto.

Aunque eso no quitaba que habían ganado la batalla; los gritos de victoria se hicieron presentes con saltos, el cesar de los disparos y un cuerpo anciano cayendo al suelo.

—¡Abatido! ¡ABUELO ABATIDO! ¡COMA SUELO, ANCIANO! —gritaba con una gran sonrisa invisible para la vista por su máscara negra, justo al lado del cuerpo de Conway a su lado, quien rápidamente se levantó.

—Como siga escuchando la palabra "abuelo" —amenazó con su voz normal, estando al lado del contrario, sacando el taser y ahora persiguendolo fuera del badulaque abandonado.

—¡Dele duro, abuelo! —gritó Gustabo aún en el suelo, animandolo entre risas— Alejop —se levantó de inmediato para salir y observar como Horacio huía del mayor— ¡Corre, Horacio, corre!

—¡Gilipollas! —maldijo e insultó el Super aún con su máscara de galleta, apuntando hacia Gustabo, quien ahora era el que huía del taser contrario— ¡Os vaís a delatar si seguís diciendo vuestras identidades! ¡Alimañas!

—Corre, Horacio —gritaba nuevamente entre risas, corriendo a su lado.

—¡Dan, soy Dan! —se señaló rapidamente.

Y finalmente este era uno de sus últimos entrenamientos después de haber estado meses en la Academia Militar, siendo regidos bajo el mandato de Conway y algunos amigos suyos que pusieron mano dura sobre ellos, que gracias a ellos comenzaron a ser un poco más "serios" de lo que eran antes.

Solo un poco.

—Debo de recordaros —dice Conway subiendo al coche K que le había dado a los hermanos— Que no debeís de decir ni una sola palabra de esto a nadie. Ni siquiera a su amiguito el mexicano.

—¿Emilio? —enarcó una ceja Horacio en el puesto trasero, sacándose su máscara negra y dejando que su cabellera rizada y rubia por falta de tinte en tanto tiempo, respirara.

—¿Quién más? —pregunta calmadamente el superior, retirándose de la zona abandonada donde practicaron un robo de badulaque, y se quitó la máscara de galleta.

—No tenemos muchos amigos, la verdad —se sincera el ahora llamado "Fred"

—¿A donde iremos ahora? —asoma su cabeza con una sonrisa Horacio, detallando los rostros contrarios— ¡Que bien se siente estar fuera!

El Volkacio pa' miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora