La vergüenza pa' mi

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Después de un par de días desde aquel día en la playa, los días en Comisaría pasaban como si estuvieran en el colegio; a perspectiva del enamorado de Horacio.

El crestas parecía evitar al ruso cuando estaban dentro del edificio, ya que se sonrojaba con facilidad al recordar cuando se tomaron las manos, y no quería dar esa impresión.

Sin embargo hubo momentos en que no pudo evitar no encontrarselo de frente y en diversos atracos, donde Volkov parecía encontrarse nervioso aunque lo disimulaba bien al carraspear y evitar hacer contacto visual con Horacio.

Por otro lado, cuando era tiempo de llamar la atención del dúo dinámico, lo hacía por igual tanto a Gustabo como a Horacio, sin mostrar favoritismo.

Era un poco extraño también, Horacio no estaba acostumbrado a ver al Comisario de esa forma nerviosa, estaba más que claro que sólo lo demostrada cuando ambos estaban solos, ya sea en Comisaría o en un robo, donde extrañamente de un día para otro pasó a encontrarse más a menudo a Volkov.

Quería creer que el ruso le estaba dando la oportunidad de entrar a su vida, posiblemente se estaba preparando mentalmente y dando pasos pequeños para acercarse a Horacio.

Aunque por ahora, no ha pasado nada extraordinario como lo de haberse tomado las manos. Mientras tanto el de cabellos verdes más de una vez se planteó el hecho de preguntarle porqué Volkov había hecho eso y porqué actuaba tan "extraño y adorable"

—¿Otra fiesta? —enarcó una ceja Gustabo al escuchar a Yuu, el nuevo integrante del CNP— No quiero ir, la vez pasada Conway terminó borracho y preguntando por su esposa… ¡Yo por ahí no vuelvo a pasar! —determinó señalando al alumno.

—¿Fiesta? —repitió Horacio, recordando la fiesta en el Casino al igual que los sucesos con Claudio, enrojeciendo de golpe y negando con la cabeza— No, no, no, no pienso ir esta vez.

—Uuuh, ¿pasó algo en la fiesta anterior? —pregunta Greco con sus brazos cruzados con una sonrisa, estaba encargado de ayudar a Yuu a mejorar, tenía madera de policía solo que faltaba pulirla y Conway lo obligó a "cuidarlo".

—Nada, nada importante —vuelve a negar levantándose del banco de vestidores y abriendo su taquilla.

—Me huele que algo pasó —comenta burlón el barbudo, acercándose a Horacio y dándole un vistazo dentro de su taquilla sin mucho interés, para luego abrir sus ojos con sorpresa.

—Deja de meter mierda, Greco —suelta Horacio apunto de cerrar su taquilla luego de haber guardado dos móviles que Gustabo habia requisado, sino fuera porque alguien metió la mano y sacó algo— ¡Deja eso, Greco!

—¿Por qué tiene una rosa aquí dentro? —pregunta con una sonrisa coqueta, inquieriendo cosas— ¿Ya tiene una amante o algo?

Horacio enrojeció de golpe, avergonzado y un poco molesto porque intervinieran en sus cosas personales. Sus acciones fueron obvias, se abalanzó sobre el barbudo para quitarle su pertenencia mientras que el contrario preguntaba quien era el destinatario.

—¿Acaso no puedo tener una rosa en mi taquilla? —inquiere un poco más tranquilo. Si aplicaba psicología inversa podría recuperar la rosa y que dejaran pasar todo bajo la mesa.

—¿Pa-para qué quiere una rosa en su taquilla? —ríe viéndolo y bajando la guardia al ver que el contrario hacía lo mismo.

—Es aromática —asiente señalando la flor— ¿No ves que aquí huele a chivo?

—A mi me huele a gato encerrado —comenta Yuu sonriendo por la divertida película que estaban montando— Y no específicamente como un olor, eh… —este hombre ya sabía algo, o le dijeron o ha visto cosas que no debía.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now