Volkov, ¿Qué te impide amar 🅰️ este hombre?.jpg

12.8K 1.4K 1.2K
                                    

—Mire, Agente Kylie, me fundaron en Twistter —se escuchó decir por radio a Moussa— Por decir que esta chica hacía las mejores hamburguesas del mundo.

—¿Y que pasó?

—Qué llegó un tío llamado Domingo y se molestó porque su mamá hacía mejores Hamburguesas.

—Dejame ver —se escucha unos segundos de silencio— ¡Pero si es un niño de 12 años!

—Agente Kylie, ¡me fundarooon!

Una enorme nube gris pasaba por encima del patrulla en movimiento del Comisario e Inspector Jefe, los cuales conducían hacia Comisaría del Norte a petición de Carlos ahora enfermo en cama. Estuvo buscando unos documentos por tantos días que lo hicieron enfermarse por molestia y nerviosismo.

Antes de que Volkov pudiera decir algo en radio para callar a los Oficiales, Dan a su lado lo hizo de golpe con toda la actitud de un superior. Omitiendo que dijo "Peeerla" tres veces cuando no lo estuvieron escuchando en radio.

Los truenos comenzaron a hacer acto de presencia, retumbando en la ciudad y manifestando la ahora pequeña llovizna que caía. Obligando a Volkov a conducir más tranquilamente para no cometer algún accidente de tráfico.

—Uff… —Dan jadea en el asiento de copiloto pocos minutos después, llamando la atención del ruso— Hace demasiado calor —baja la temperatura del aire acondicionado del auto y lleva sus manos hasta la máscara verde, levantando esta un poco para respirar aire fresco.

—¿Por qué no se quita la máscara? —enarca una ceja Volkov.

Sin decir nada, Dan señala la cámara interna del patrulla, haciendo que el contrario asintiera.

—Yo puedo borrar la grabación, no se preocupe. Se ve que tiene mucho calor.

—Estando con usted tengo más —murmura Horacio en lo bajo, pensando que el ruso no lo ha escuchado, sin embargo este parece tensarse en su asiento, sacándole una risa al de cresta ahora quitando su máscara— Qué rico está el aire.

El mayor deja su máscara sobre sus piernas y acerca su rostro sonriente al pequeño ventilador del lado derecho del patrulla, cerrando sus ojos y disfrutando de la frescura.

La fuerza con la que caía la lluvia era cada vez más intensa, obligando al conductor a bajar la velocidad del patrulla. Conduciendo a un ritmo constante por la carretera, patrullando a la par.

Al poco tiempo Horacio notó como el ruso a su lado parecía temblar en su lugar, sin embargo el de cabello grisáceo no hizo nada más que llevar su mano derecha libre entre sus muslos, apretando esta mientras encogia sus hombros.

Aún acalorado, el de cresta extendió su palma de la mano hacia el contrario que ahora lo miraba confundido entre cortos vistazos. Había entendido que Volkov tenía frío, pero no le decía nada al respecto.

—¿Qu-Qué sucede? —pregunta el ruso.

—Deme su mano —susurra para él con una sonrisa tímida.

En acciones lentas el ruso saca su mano fría de sus muslos y la extiende encima de la contraria con delicadeza. La mano de Horacio era tan suave como la piel de un bebé debido a las cremas que usaba y seguía tibia por su calor corporal. Sintiendo aquel carlorcito ser transmitido al contrario.

Ambos corazones latian con fuerza, nerviosos y emocionados por aquel mínimo acto realizado por ambos, sobrios y tensos. Siendo suave, el de cresta llevó su otra mano a la del ruso y frotó gentilmente para darle calor entre las suyas.

Cómo una galleta de vainilla, que se amoldaba con gracia, ambas manos del cresta rodeaba la delicada, fría y pálida mano más pequeña que la suya, solo que con dedos largos como un pianista, ofreciendo suaves frotes a estas, aprovechando la cercanía para recordar y grabar su tacto en su mente.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now