Segundo reencuentro

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—¿Estás bien, Horacio?

—No, no lo estoy.

El moreno realizó una expresión de tristeza junto con la del mayor acostado en el sofa, el cual veía el techo del hogar mientras acariciaba el lomo de Pablito profundamente dormido en su pecho.

—Y-yo he… hecho algo terrible hoy —suelta en un suave susurro, sintiendo una lágrima correr por su sien— Creí… Creí que… —cierra su boca y aprieta sus ojos con fuerza al escapar un jadeo de tristeza.

Ante esto, Claudio se sorprende y camina con lentitud hacia su dirección, sentándose en el suelo justo enfrente suya, elevando su mano y poniéndola sobre la del contrario encima de Pablito.

La habitación se lleno de jadeos reprimidos y lágrimas que corrían rápidamente por su sien gracias a la gravedad al estar acostado boca arriba. Claudio soltó un leve suspiro y acarició su mano con suavidad con su pulgar.

—H-hoy yo hice que… —soltó como pudo el de cresta, jadeando consigo— Policía… —sus palabras no salían y prefirió callar.

Tampoco podría decirle al moreno lo que había pasado con exactitud, no podía saber que él estaba de infiltrado en una mafia dentro de la cual fue participe de la muerte de un alumno de policía.

—Sshh, sshhh —siseaba con tranquilidad el moreno, palmeando la mano del mayor con ternura y calidez, dándole soporte— No tienes que decirme nada.

Horacio cerró sus ojos obligado por el ardor y en cómo pensaban estos, queriendo quedarse dormido, sin embargo las imágenes de como Calavera había disparado a Leopoldo seguían vividas en su mente, obligandolo a abrir sus ojos.

En casi un círculo vicioso donde Claudio acariciaba la mano de Horacio para tranquilizarlo y Horacio acariciaba a Pablito, el moreno recostó su cabeza sobre el brazo contrario para hacerlo sentir que estaba ahí.

—Puedes llorar si quieres —suelta en susurro luego de un par de minutos de silencio, sin lágrimas y ni jadeos.

Horacio niega apretando sus labios, queriendo reprimir todo y recordando todas las palabras duras que le habían estado diciendo desde que entró como Alumno del CNP hasta el día de hoy.

Blandito, sentimental, Osito de peluche...

Él sabía que efectivamente podía llegar a ser uno de esos sinónimos, pero que eso no lo definían, él era mucho más, él sabía pelear y racionalizar, llegando a estar posicionado como uno de los más humanos de Los Santos, o al menos eso quería creer.

—¿Quieres comer algo? —pregunta el moreno al poco tiempo en esa posición, escuchando a Pablito roncar y un Horacio con mirada fija en el techo, dentro de sus pensamientos.

—N-no —murmura.

El moreno suelta un suave suspiro y eleva la mirada para ver al contrario, quien inconscientemente voltea a verlo. Claudio le ofrece una sonrisa diminuta formada por sus labios, la cual Horacio no es capaz de imitarla.

—No estas sólo, Horacio —susurra soltando el agarre de manos y lleva la suya al rostro contrario para acariciar sus mejillas— Estoy aquí, contigo.

—Gr-gracias —responde con su voz entrecortada, para nuevamente sentir sus mejillas humedecidas levemente por sus lágrimas, más un pequeño calor en su frente producto de un beso depositado ahí por el contrario.

***

Las ojeras eran parte de él y su estado de ánimo que yacía en el subsuelo, el cual bajaba cada vez más al recordar el suceso ubicado en el día de ayer.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now