La libertad jamás había tenido este sabor

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☁️ ¡Capítulo Largo! ☁️

—Gracias por aceptar mi invitación —agradeció Doctor Muerte con una sonrisa nerviosa, bajando su rostro con vergüenza— Sé que llevamos una semana entera viéndonos, pero me da vergüenza que saltes tu trabajo por venir a almorzar conmigo.

—No te preocupes por eso —negó Horacio después de masticar una rebanada de su pizza con champiñones— Sí te soy sincero —bajó su tono de voz, fingiendo que alguien pudiera escucharlos— No me gusta el papeleo, a Gustabo sí.

Soltó una suave risa el chico con tatuaje en el rostro. Desde que Claudio lo había invitado a salir al principio de la semana, no pudieron despegarse uno del otro, tenían tantas cosas en común y se la pasaban muy bien juntos.

Siempre tenían un tema de conversación interesante, bromas divertidas e historias que contar. Las horas pasaban tan rápido que no se daban cuenta que ambos tenían que volver a trabajar.

—Gracias por la pizza de hoy —agradeció Horacio una vez salieron de la pizzeria rumbo al Audi del de cresta— Te llevaré a tu trabajo.

—No te preocupes, esta cerca de aquí —niega y señala hacia la izquierda, donde a un par de cuadras se hallaba el hospital.

—Nada, hombre, te llevaré con gusto.

Entre insistencias y sudor frío por la espalda, finalmente aceptó el joven EMS ser llevado. El trayecto fue silencioso y tranquilo, ambos mirando directamente hacia el frente sin distracciones.

Una vez en estacionado frente al hospital, Doctor Muerte volteó a verlo con una gran sonrisa blanca.

—Gracias, Horacio —borró su sonrisa al instante, con ello preocupó al contrario.

—¿Pasa algo, Doctor?

—N-no, nada —niega el contrario bajando la mirada.

—De acuerdo —responde con duda y retira el seguro de la puerta para que pudiera salir— ¿Nos vemos el Domingo?

—¿El Domingo? —se preguntó a si mismo, revisando mentalmente si tenía algo pendiente ese día— Estoy libre, ¿que quieres hacer?

—Bueno… ¿Quieres ir al cine?

—Vale —asiente con su cabeza, dirige su cuerpo a los asientos traseros para tomar su bolso donde cargaba su uniforme y al retirarse topa con el rostro ajeno, quien también había volteado para ayudarlo— Gra-gracias —susurra nervioso.

—Lo lamento, lo lamento —retira su rostro y vuelve a mirar hacia el frente con su corazón latiendo a mil por hora, si es que eso era posible.

—Por cierto, —llama el contrario una vez abrió la puerta y observa al de cresta— Llamame Claudio.

Y antes de que Horacio pudiera concordar con su petición, no tuvo palabras que pudieran salir de su boca cuando el chico tatuado depositó un beso en su mejilla derecha antes de salir del auto y entrar al hospital casi corriendo. Llegaba tarde.

Helado y sonriente quedó el chico con cresta. No podía creer que "eso" había pasado, es decir, no era muy normal que digamos que dos hombres que tienen tiempo viéndose se despidan de esa manera.

Tenía que calmarse lo antes posible, y también retirarse del lugar aparcado si no quería recibir una multa por estacionarse donde no debía. Marcó en el GPS la Comisaría y tomó rumbo a su destino, todo esto con su rostro hirviendo de lo rojo que estaba.

La sorpresa había sido demasiado grande para el chico con blando corazón. Queria contárselo a Gustabo lo antes posible y pedirle un consejo, ¿acaso estaba mal empezar a tener sentimientos por Doctor Muerte? ¿O era sólo el momento?

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now