Código F

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—¿Que coño ha pasado? —pregunta Volkov con sus brazos cruzados, viendo directamente a los ojos a ambos alumnos y su entrecejo fruncido— Ya es la octava vez en la semana que pinchais las ruedas de un coche.

Gustabo lanza un suspiro de molestia al aire.

—Él nos atacó primero, ¿que debíamos de hacer? ¿dejar que nos mate?

—Estabais yendo a 250km/h en una vía pública, pudisteis haber herido a un civil.

Ya era tarde por la noche, los ojos de Horacio se cerraban inconscientemente por la falta de sueño y arduo trabajo que realizó en los últimos días.

Había estado estudiando códigos y que se debe hacer en las situaciones de persecuciones y robos gracias a algunos libros que había comprado en incognito en algunas librerías, no quería que nadie supiera su pequeño secreto. Quería demostrarlo por su cuenta.

Sin embargo, el plan iba de mal en peor.

—Horacio, usted conduce muy mal —señaló el ruso y luego a Gustabo— Y usted, deberá de ir al área de práctica de tiro lo más pronto posible.

El rubio rápidamente iba a protestar sino fuera por como su hermano tapó su boca para que no dijera nada.

—10-4, intentaremos hacerlo mejor la próxima vez—asintió el de cresta color verde, para luego bostezar cubriéndose la boca con el dorso de su mano — Haremos un 10-10. Buen servicio.

Retirándose y empujando a su hermano por la espalda, observó la expresión de sorpresa del ruso cuando había dicho "10-10". Además de eso notó como se levantaba la manga de su camisa para revisar una venda pequeña en el pliegue del codo, al parecer había ido al hospital esta mañana y le sacaron la sangre.

—¿Que es 10-10? —pregunta Gustabo saliendo de servicio al lado del de cabellos verdes, quién estaba pensativo. Seguía un poco de bajón más no lo demostraba abiertamente.

—Salir de servicio —comenta yendo hacia los vestidores.

—Uuuh —alude con una sonrisa pícara— Veo que has estado practicando, eh. ¿Es por eso que faltaste el otro día?

Intentando estar lo más calmado posible, se retira hacia los baños sin decir nada, ignorando su pregunta así como Gustabo lo hacia de vez en cuando.

Al ver la hora en el reloj de pared se dio cuenta lo tarde que era y que debía de apurarse si quería llegar a tiempo a su cita con Claudio, con lo cual se duchó lo más rápido que pudo. Ni siquiera Gustabo habia entrado al baño cuando Horacio ya salía listo.

—Te veo mañana —se despidió el mayor con la mano, para luego detenerse y volver hacia el rubio aún asombrado por su rapidez— ¿Vamos a la fiesta de mañana, no? Ya compré el "disfraz" —hace las comillas mientras sonríe con emoción— Compré la camisa vino tinto perfecta.

—Tío, no sé si quiera ir así a la fiesta —arruga su nariz, pensativo— Moussa ya lo hizo una vez, nos van a meter al calabozo.

—Tomaré eso como un sí —comentó sin más, sacando su móvil y llamando al moreno— Te pasaré buscando en el Audi en la noche —contestan al otro lado de la línea— ¿Clau-Clau? Voy en camino, ¿ya estas en el Café?

Y sin añadir ni refutar, Horacio ya estaba en camino a la Cafetería con una sonrisa tonta en sus labios.

—¿Kilométrage establecido para conducir en la ciudad? Canal lento —pregunta Claudio leyendo uno de los libros que Horacio enfrente suya había comprado, mientras que éste removía el café con una cuchara pequeña, haciendo memoria.

El Volkacio pa' miWhere stories live. Discover now