Capitulo 6

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Era martes en la noche, y como cualquier día típico entre semana, Jill preparaba la cena antes de que León llegará.

Ya había bañado a Dana hace una hora, y la pequeña castaña simplemente se disponía a esperar que su madre le diera de comer.

El ambiente había tomado un respiro,ya que había lluvias pronósticadas y fuertes tormentas.

Una ligera lluvia empezaba a caer afuera, Con la televisión encendida y la bebé jugando con un peluche esperando impaciente la cena.

No pasó mucho para que León llegará a casa.
Jill le esperaba en el sofá leyendo una revista, ya había hecho la cena en ese momento.

—Linda ya llegué—Dijo al entrar dejando un paraguas cerca de la puerta.

La castaña lo escucho y se levantó para recibirlo.

—Al fin llegaste, Creo que unos minutos más y Dana se come el peluche.

—Lo siento Jill, pero esque a un idiota se le ocurrió romper el cristal de la ventana del copiloto de mi auto

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—Lo siento Jill, pero esque a un idiota se le ocurrió romper el cristal de la ventana del copiloto de mi auto.

La mujer se asustó un poco ante dicha noticia.

—Como... ¿Pero quién lo hizo?

—Ni idea, además estropeó la pintura traserá del auto, no no termino siendo un desastre...—Pasando el cabello hacia atrás, añadió—Lo llevaré al taller y tendré que usar otro.

La mujer escucho detenidamente las palabras de su esposa, acto seguido tomo a Dana en brazos y la llevo hasta el comedor, donde la periquera le esperaba.

—Debes tener más cuidado cielo, quizás alguien trata de asustarte.

León rió por aquel gracioso comentario de su esposa—Pues si ese es su objetivo, se lamentara saber que fue un rotundo fracaso.

Ambos se sentaron y se preparaban para cenar en familia, Jill veía felizmente a su hija como comía la papilla.

—Mmm... Huele delicioso que es, filete...—Decia el rubio emocionado por el enorme trozo de carne que tenía enfrente.

—No no no...—Interrumpio ella alejando el plato de él—Tu comerás tortas de atún y yo el filete.

—Eh...

Ella replicó una vez la afirmación, dejando más que disgustado al hombre.

—Pe, pe, pero yo quiero el filete Jill—Dicha respuesta hacía ver a León como un niño pidiéndo a su madre una golosina.

—Perdona cielo, pero comer tanta carne roja toda la semana no es bueno... Además me esmeré mucho haciendo las tortas de atún, para que te gusten...

Tomando y alzando a media altura dicho plató, dijo—Pruebalas... Te van a encantar,... Yo las hice especialmente para ti.

La dulce mirada de Jill y sus grandes ojos azules, terminaban siendo la debilidad de León, por más que trataba de ponerse serio con ella, simplemente no podía hacerlo.

La historia de Leon y Jill 2Where stories live. Discover now