Capitulo 66

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Al día siguiente

La mañana seguía fría y nublada, no había suficiente sol para llenar de sus rayos la ciudad, por consecuencia todo parecía gris e insípida mayormente.

Jill se había despertado a primera hora para esperar a León a qué llegará, le había dicho que lo hiciera la noche anterior, muy en el fondo entendía que no faltaría pero ese no era el problema en sí.
La cuestión era que ella tenía pensado pedirle el divorcio ese día.

Lo meditó durante toda la noche lo cual resulto más que agobiante, ya que prácticamente durmió 4 horas teniendo fuertes problemas de insomnio últimamente.
Tenía miedo y se encontraba nerviosa, había decidido cortar legalmente la unión entre ambos, sin embargo, no está del todo convencida si eso seria lo más adecuado.

Si lo hacía, Chris se saldría con la suya, y por su parte ella le abriría las puertas para que esté la pueda cortejar en contra de su voluntad. Más allá del asco que comienza a sentir hacia el capitán, Jill no quería de ninguna manera que León se enterará de lo sucedido esa noche, pero a la vez no quería divorciarse y esto ocasionaba una enredadera de sentimientos y decisiones por tomar tan complejas que era imposible pasarlas por desapercibido.

Ella quería a León, deseaba que volvieran a estar a juntos una vez más, pero estaba aterrada a lo que el va a pensar cuando sepa la verdad, sabrá que al final de cuentas, Su mujer le engaño y por duro que suene, todo fue consentido... ¿Quizás una explicación arreglé las cosas? Pensó, sin embargo, no estaba del todo claro si el la escucharía.

...

Después de arreglar a Dana y limpiar un poco su departamento, la mujer se quedó sentada en su sofá esperando a que el agente llegara y tocará su puerta como se supone que debería hacerlo.

Estaba impaciente y sumamente agitada, no dejaba de dar vuelta al chongo de su cabello a medida que miraba el reloj y apreciaba como el tiempo avanzaba y el no llegaba, también miró una que otra vez su teléfono, tal vez, le envío un mensaje para decirle que llegara tardé... Pero no fue así, no había nada.

“¿Se habrá arrepentido?"

Más tarde tomó su teléfono una vez más e intento llamarlo, pero cuando estaba a punto de hacerlo, lo soltaba y se decía a si misma que debía esperar.

Los minutos pasaron trasnochadose en horas y cuando ya había perdido noción casi total del tiempo, el timbre de su puerta sonó.

Los minutos pasaron trasnochadose en horas y cuando ya había perdido noción casi total del tiempo, el timbre de su puerta sonó

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En ese momento Jill se sobresalto y casi termina cayéndose del sofá en la inercia del movimiento.
Rápidamente se acomodo su blusa y peinó de mejor manera su cabello, a la vez que caminaba para ver quien era.

Sus ojos brillaron y en contraste, también se hundieron al verlo que llevaba un ramo de flores rojas en sus manos.

“León..."—Ella puso su mano en su pecho mientras veía el tierno detalle del agente.

Pero aún no abría la puerta, y el rubio volvió a tocar el timbre esperanzado que ella le abriera... Y así lo hizo.

Enseguida al verlo, en el rostro de la mujer se dibujo una expresión de temor y sentimentalismo.
León por su parte hizo ver de inmediato el obsequio que le llevaba, por lo cual alzó sus manos y le ofreció el ramo de flores a Jill amablemente.

—Mira, te compre unas rosas... Tuve que darle una vuelta entera a la ciudad para encontrarlas pero, valió la pena... Porque son tus favoritas.

—Oh León—Jill sin dudarlo se precipitó hacia él y lo abrazó con todo fervor y amor posible al unir sus cuerpos

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—Oh León—Jill sin dudarlo se precipitó hacia él y lo abrazó con todo fervor y amor posible al unir sus cuerpos.

Cerró sus ojos a medida que León tocaba su cintura con sus manos y la acercaba más a él.
Ella por su parte rodeaba su cuello y hundía su rostro un poco por encima del hombro del agente.

“Ojala este abrazo jamas termine"

La castaña quería que ese abrazo durara para toda la eternidad, quería dormir y soñar apoyada en el pecho de su esposo mientras olía su hipnotizante aroma tan masculino que a más de una volvía loca.

Pero nada dura para siempre y a los segundos posteriores, ella tuvo que soltarlo.

—Gracias por las flores, son muy hermosas...

León sonrió al ver lo maravillada que estaba la mujer con las flores, pero aquello no era la razón de su visita, y así lo dejó en claro.

—¿Ya me puedo llevar a Dana?—Dijo cortando de inmediato la fantasía que Jill estaba formando en su mente.

Ella tardó unos segundos en recobrar todo.

—Si, la bebé está en el sofá.

Se hizo a un lado permitiéndole al padre de la pequeña que entrará por ella.

Al ingresar el rubio no pudo evitar hacer un sutil mueca en su rostro, tratando de alegrar a su hija.
La bebé al verlo enseguida alzó sus cortos brazos intentando llamar la atención de su padre.

—¡Waw!... Pero mira que tenemos aquí, una pequeña castaña que no es más que la mayor consentida de papá—Exclamo cargndola.

Jill miró la escena como cualquier madre lo haría, estaba en un limbo de ternura y fantasía, porque esas dos personas que tenía enfrente, eran las que más le importaban en su vida.

...

Después de un par de juegos con Dana, León regreso a dónde Jill con su hija en brazos.

—Bueno, la traeré de regreso a las 8... Eso me da un par de horas para llevarla a varios lugares por la ciudad—Concluyó dando una pequeña palmada al brazo de su esposa.

Pero antes que siquiera dará dos pasos para irse, la mujer habló y provocó un alto instantáneo en él.

—León... ¿Te molestaría que los acompañará?, no tengo mucho que hacer hoy y... Pues, me gustaría.

Ella esperaba impaciente una respuesta, mientras él lentamente giraba su cabeza para verla mejor.

La expresión de su rostro será algo que ella jamás olvidará por el resto de su vida.
No era de felicidad, tampoco de tristeza... La cara que había puesto León en ese momento, era una de neutralidad tan marcada que casi la mujer podía jurar lo que el estaba pensando.

Segundos posteriores al comentario, hablo—Tu compañía nunca va a sobrar Jill—Finalizo sonriendo.

Un alivio la invadió y otra nueva angustia la comenzó a atosigar apartir de ahora.

Tomó su bolso con rapidez y salió del departamento, León esperaba en el pasillo por lo cual debía hacerlo de inmediato.
Al cerrar todo, apretó el pasó y logró llegar hasta su conyuge.

—Ya está, ahora podemos irnos.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora