Capitulo 64

360 27 9
                                    

Ese día, horas antes

Era miércoles por la mañana y para ese entonces, Jill tendría el día libre para pasarlo con Dana.

La pequeña cada vez se veía más grande, y estaba a escasos 10 días de su cumpleaños, celebración que por supuesto su madre no dejaría pasar, e invitaría a todos sus conocidos posibles y también, al padre de la pequeña Kennedy.

...

Su día inicio como cualquier típica jornada entre semana, se baño, cepillo los dientes, preparó el desayuno y alistó un par de cosas para salir, tenía pensado ir a ver a Rebecca, ya que no la veía desde aquella noche, por lo cual se moría por charlar con ella.

Pero la mujer no estaba consciente del pésimo día que tendría, al menos, hasta la tarde.

Mientras usaba su portátil en el sofá, su teléfono comenzó a sonar de manera sorpresiva.
De inmediato pensó 2 cosas: 1 que sea León, o 2 que la llamada no le interese a esta hora, por lo tanto se acercó para tomarlo y ver el número.

Su rostro cambio rápidamente a uno de irritación total, pues aquel número era de Chris.

—¿Que tanto quieres?...—Se dijo irritada arrojando su teléfono nuevo al sofá.

Pasó por alto la insistencia del capitán y se dedicó a continuar lo que estaba haciendo anteriormente, sin embargo, a los pocos minutos una segunda, tercera y cuarta llamada amargo aún más la paciencia de Jill que con enojó se precipitó nuevamente a su teléfono y lo apagó.

Suspiro molesta y agobiada por saber que el hombre aún quería algo de ella.
Desafortunadamente sus deseos se hicieron realidad, y a los 2 minutos su puerta sonó.

Ésto llamó su atención de inmediato y provocó una extrañes en ella.

Ésto llamó su atención de inmediato y provocó una extrañes en ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

“¿Quién es a está hora?"

Intensificó su andar para ver de quién se trataba, pero una extraña sensación corporal le hizo que se detuviera justo antes de abrir.
Lentamente pareció recobrar sus pensamientos, causando una precaución más fina.

Se puso de puntillas e intento ver quien tocaba desde la diminuta rendija de la puerta.
Inmediatamente su semblante cambio radicalmente, ya que justo detrás de aquella puerta se encontraba Chris esperando impaciente a qué ella abriera.

Lentamente Jill retrocedió y su ansiedad volvió de manera repentina, causando que sus manos volvieran a sudar y su inseguridad se apoderara de su mente otra vez.

—¡Vamos Jill!... Se que estás ahí dentro, escuché tus pasos, ¡Ábreme!

 Se que estás ahí dentro, escuché tus pasos, ¡Ábreme!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora