Capitulo 68

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León la consoló por más de media hora, tanto que al poco rato la mujer se quedó apoyada en su pecho y permaneció quieta en esa posición por varios minutos más.

Estaba sumamente dolida y su estado sentimental se encontraba por los suelos, sin embargo, Su esposo se mantuvo ahí y pesé a que le dolió terriblemente escuchar esas palabras provenientes de su mujer, sabía que no podía fallarle una vez más, por consecuencia siempre estuvo a su lado en todo momento.

Al momento en que ella pareció ponerse mejor, León la ayudo a levantarse a la vez que cargaba a Dana.

Jill se veía frágil y lo hacía notar al sentir el contacto del agente en su cuerpo, y no era para menos, la mujer había mantenido o acumulado tanto estrés y dolor, que en un punto, es decir ahora lo expulsó.
De manera delicada el agente la condujo a su auto en medio de una insesante vibra de malestar y tristeza en los dos,

...

Durante el trayecto León no dijo exactamente si la llevaría a su departamento, por lo cual ella lo interpretó que así sería, sin embargo, esto no fue así y el hombre condujo a su casa donde allí pasaría la noche.

—Hoy te quedarás conmigo en casa Jill, no quiero que estés sóla—Indico con las manos al volante.

La mujer por otra parte yacía apoyada en la ventana del auto, se veía tranquila pero sus ojos ya mostraban indicios de haber llorado mucho, su maquillaje estaba estropeado y su cabello muy despeinado.
Dana permanecía en su regazo mientras seguía sin responder el comentario de su esposo.

—Cuando lleguemos a casa le diré a Sherry que te preparé un poco de té, a ti te encanta y se que te hará sentir mejor, de eso estoy seguro.

Enseguida el unió su mano en la de ella, y la apretó sutilmente sin ejercer demasiada presión para no lastimarla, sonrió débilmente al mirarla

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Enseguida el unió su mano en la de ella, y la apretó sutilmente sin ejercer demasiada presión para no lastimarla, sonrió débilmente al mirarla.
Jill lentamente dió vuelta a su mano y con su dedos, entrelazó aún más firme el agarre.

En los siguientes minutos su lazo que creyeron que habían perdido o en todo caso se había congelado, parecía estar de vuelta.
Por primera vez en semanas la castaña sentía paz, más allá de todo lo que tuvo que pasar hasta ese momento.

León no ocultaba su preocupación hacia ella, y eso era algo que Jill apreciaba más que cualquier otra cosa, ya que su esposo por más equivocaciones que tuvo al igual que ella, siempre estuvo ahí, al tanto de su vida.

...

Sin darse cuenta el momento en que se quedó dormida, La castaña abrió lentamente sus ojos al sentir las manos de León tocando su rostro, el intentaba despertarla ya que habían llegado a casa.

—Vamos linda... Necesitas descansar y el asiento de mi auto no es lo más cómodo del mundo.

Ella movió sus manos y al no sentir a la bebé en su regazo sé alamro de inmediato.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora