Capitulo 58

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Cómo le puedes decir a una persona que no quieres su compañía, sin lastimarla y sin siendo grosero en el intento, Jill pensó en ignorarlo y hacerse la despistada, sin embargo, Chris se acercó demasiado a ella, al punto en que llegó hasta tocar su hombro.

—Sabia que eras hermosa pero ésto, ufff, está fuera de mis expectativas.

El pequeño halago alimento aún más su desconfianza en lo expuesto que se veía su cuerpo con el vestido, Jill no era una mujer exactamente de preferencias alusivas a qué una dama debe mostrar mucho su físico, y más si las miradas le incomodaban tod...

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El pequeño halago alimento aún más su desconfianza en lo expuesto que se veía su cuerpo con el vestido, Jill no era una mujer exactamente de preferencias alusivas a qué una dama debe mostrar mucho su físico, y más si las miradas le incomodaban todo el tiempo.

—Chris, pero que sorpresa... No creí que visitaras este tipo de lugares.

—Ja, tonterías... Venía de pasó a tomar una copa y, al entrar me llevo la sorpresa de encontrar a la señora Kennedy en este sitio, que curioso no.

Lentamente el hombre se colocó a un lado de ella, como intentando decir a los demás hombres que observaban la situación, que la mujer ya estaba apartada.

—Y dime, ¿Llevas mucho tiempo aquí?—Cuestiono curioso mientras daba un gran sorbo a su  baso de cerveza.

La castaña intento disimular su incomidad con una que otra sonrisa, pero la bribona mirada del capitán hacia sus piernas le hacían sentirse muy expuesta.

Colocando su bolso encima, contestó—En realidad vine con Rebecca, ella está tomándo aire y yo pues, me quedé mejor aquí, la noche está algo fría.

—Es cierto—Reafirmo con su dura voz.

Jill tenía un ligera sensación de estar en el momento equivocado, era difícil para ella explicarlo.
Aquello quizás fue inevitable, y pensar en ello, le causaba más preguntas que respuestas.

A los pocos segundos, Chris pidió un par de copas más al hombre detrás del taburete, estás era aún más fuertes y con un alcohol más concretado.

“¿Acaso quieres embriagarte?"

Dicha pregunto hizo eco en su mente, y en seguida al notar que la noche se hacía cada vez más larga, la mujer tomó su bolso e intento levantarse.

Tan rápido como notó aquel movimiento en ella, Chris se precipitó a su dirección y con una voz medianamente alta, dijo:

—Espera Jill no te vallas, porque no te quedas y te tomas un par de tragos... Ya sabes, como en los viejos tiempos.

No supo que decir en ese instante, y más si la expresión del capitán era como la de un cachorro rogando por un hueso.

—No lo se, ya es tarde y debo ir por...

—Porfavor, insisto—Se levantó, la tomó por el brazo y la condujo una vez más a la silla.

Jill se mantuvo flexible a la situación, no quería ser grosera o algo por el estilo, por ello se dejó llevar.

Después de que el hombre le ofreciera una copa repleta de alcohol, y con una insistencia más visual que verbal, la castaña decidió tomar la copa y sonreir levemente en el acto.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora