Capitulo 11

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2 días más tarde

Era lunes en la mañana, Jill prepara el desayuno a León antes de que este se fuera a trabajar, por consiguiente, la pareja tenía al fin un tiempo de calidad juntos.

León leía el diario local con su taza de café a un lado, Hoy entraría tardé, sin embargo, no era exactamente una gran noticia para él, ya que los superiores le indicaron que le diera un recorrido a Ada en su primer día, obviamente en contra de su voluntad.

La castaña se acercó al rubio con ambas platos en la mano.
Se acomodo junto a él en el sofá, dispuesta a disfrutar su momento en pareja.

—Es una buena idea no comer en el comedor todo el tiempo, para eso existe el sofá—Exclamo, besando tiernamente la frente de ella.

—Basta de caricias, o no te dejaré ir a trabajar.

El rió por el comentario, en gran parte porque a Jill le encantaba ser concentida, aúnque no solía expresarlo a todo el mundo, generalmente su aspecto sentimental lo dejaba para una minoría de personas muy especiales en su vida.

Al terminar su desayuno, se quedaron un par de minutos más en el sofá de su sala, aprovechando el tiempo antes de que Dana despertara.

León rodeaba el cuello de Jill con su brazo derecho, mientras ella, aceptando dulcemente la situación, recargaba su cabeza en su hombro.

Un gran rezoplido acompañado de un suspiro, fue el detonante de su silencio.

—Puedes creelo Jill... Hace 5 años jamás pensé en siquiera conocerte, y ahora...—Alzo su cabeza para poder mirarla mejor—Me casé contigo, tengo una hermosa hija contigo, y soy el hombre más dichoso estando a tu lado...

La pequeña mano de Jill, se unió sutilmente a la de León, sus dedos se entrelazaban al igual que sus sentimiento recíprocos, uno al otro.

—No podía pedir una mejor vida que esta.

Ella sonrió de oreja a oreja, ya que le alegraba el alma saber que León sentía exactamente, lo que ella también sentía, su corazón al igual que sus pensamientos, creían firmemente que había encontrado el hombre ideal.

—Sabes cielo, Creó que somos la pareja perfecta...—La amena voz de Jill, reconfortó aún más a León.

—Si que lo creó...

En medio de todas esa hermosas palabras, que cada uno se hacía, La mujer se percató de la hora que era, y que su tan bello momento junto al hombre que ama, se estaba acabando.

—¿En verdad tienes que ir a trabajar hoy?—Comento con un ligero puchero en su rostro.

—Pues si por mi fuera, no iría linda...—Tomando cálidamente su mejilla, añadió—Pero ya sabes cómo funciona este mundo.

—Si... Ya se.

Con cierto disgusto en su voz y rostro, se acomodo nuevamente en el hombro de León.

—Este fin de semana quiero que me lleves a cenar a un bonito lugar, no quiero comida rápida...—Jugando con los dedos de él, prosiguió—Me gustaría unos mariscos, o algo por el estilo...

—Hablare con Sherry y veré si quiere pasar un rato con Dana, si no pues... Tendré que contratar a un niñera.

—Tus deseos son órdenes jefa—Respondio de forma sarcástica.

Miró su reloj, y frunció su mirada al ver qué ya era hora de irse.

—Que lastima linda... Me tengo que ir a trabajar.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora