Capitulo 72

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Al día siguiente, en la mañana

Inmersa en los sueños que parecían durar más de la cuenta, Jill despertó de forma lenta y con un terrible dolor de cabeza.
Inmediatamente al abrir de manera gradual sus ojos, se percató que se encontraba en una posición diferente de dónde recuerda haberse dormido la noche anoche.

Sentía un letargo en su cuerpo, a la vez que poco a poco se daba cuenta que era lo que en verdad estaba pasando.

Bruscamente extendió su mirada y antes de pensar en algo más, intento levantarse, sin embargo, le fue imposible hacerlo.

—¿Y ésto?...—Exclamo confundida al darse cuenta que tenía tanto sus manos como sus pies amarradas con una soga.

En medio de sus intentos por quitarse los amarres, se le vino a la mente León, y es que el agente termino con ella la noche anterior y al levantarse hace un momento, no logró verlo en ningún lugar.

Se movió e intento rodar hasta que logro caer al suelo, ya ahí, con la escasa movilidad que tenía insistió en intentar desenredar la soga que rodeaba por completo sus manos.

—¡León!...—Grito muy alto para ver si el podía oírla—¡León!

A los pocos segundos nadie respondió, lo único que podía escuchar era el abominable silencio que imperaba en su hogar.

—¿Qué está pasando?

En los siguientes minutos replicó su acción para quitar la cuerda, todo fue un fracaso, estaba bien puesta y ya en un punto, la falta de circulación comenzaba a dormir sus manos.

“Debo hallar a León..."

Con esfuerzo y con el poco equilibrio que le quedaba se incorporó del suelo.
Miró de esquina a esquina para ver si había algo extraño en su sala, pero todo estaba como el día anterior.

Ésto obviamente le preocupó aún más, y sin perder más tiempo tratando de pensar que pudo haber pasado, comenzó a brincar hacia el frente, sabiendo que no podía caminar por el amarre a su pies.

Avanzó con un par de saltos al frente, pero al momento en que llegó al marco de la entrada y salida de su sala, sin verlo venir o predecir alguna acción similar, la castaña recibió un duró golpe en la cara que provenía de un costado de ella.

La fuerza del golpe no fue necesariamente grande, sin embargo, al estar sujeta y con la incercia del impacto, La mujer perdió el equilibrio y cayó de espaldas acompañado de un fuerte estruendo en el suelo.

Lentamente emergió a un lado suyo la silueta de una mujer, que segundos posteriores logró ver a la persona más inesperada pero, obvia de la cual podría tratarse.

—¡Ada!...

La asiática llevaba puestas unas grandes gafas oscuras, tacones y parecía más allá de lo precipitado de la situación, se observaba confiada

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La asiática llevaba puestas unas grandes gafas oscuras, tacones y parecía más allá de lo precipitado de la situación, se observaba confiada.

—Hola Jill... ¿Cuánto tiempo sin verte?

La historia de Leon y Jill 2Where stories live. Discover now