Capitulo 29

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Consolar a Jill resultó más largo de que León pudo haber pensado.

Poco después de que ambos se abrazaron, La mujer pareció expulsar todo la tensión que venia cargando desde hace días, el agente mayormente asentía, y mimaba siempre que tenía la oportunidad.

Mientras eso pasaba, Jill le contó el accidente que sufrió Hunnigan el día anterior.
León por supuesto quedó estupefacto, y a tiempo preguntó si la morena estaba fuera de peligro.

Su mujer confirmo ello, y tranquilizó un poco a su esposo con sus palabras.

Aún así, El hombre seguía sin entender porque tanto sentimiento reprimido de su mujer, al pasó de tantos días fuera de casa.

—¿Quieres un poco de té linda?—Sugirio mientras levantaba delicadamente la barbilla de su esposa.

Jill con un sutil, y femenino puchero, asintió con su cabeza.

—En un momento vuelvo.

La Sra. Kennedy miró como su marido se metía a la cocina para preparar el té.
Ante eso, Ella se recargo un poco en su sofá, estaba sumamente más tranquila al tener la presencia de León, se sentía protegida e importante con él.

Cuando le llevó el té, Ella lo recibió amablemente e invito a qué el se sentará a un lado de su persona.

Jill sabía muy bien lo de Ada, le había estado atormentando desde hace días, sin embargo, concluyó que esté no era el momento más indicado para empezar una discusión.

Justo uno al lado del otro, Jill recargo su cabeza en el hombro de León, mientras también abrazaba su derecho.

El murmuró algo, pero lo dijo tan bajo que resultó imposible para ella entender.

Se mantuvieron juntos por varios minutos, sin decir y hacer nada.
Cada uno disfrutaba la compañía del otro, después de días separados por cientos de Kilómetros, al fin estaban juntos... Y eso era para regocijarse.

Al cabo de un rato, León rompió el silencio y dijo:

—Mañana iré al hospital temprano para ver cómo esta Ingrid, y de pasó le hago compañía a Ark un par de horas...—Tomando la mano de su esposo, añadió—Agradeceria que me acompañarás...

Jill escuchó perfectamente el comentario, pero no sé había inmutado en ningún momento.
No obstante, retiró su cabeza del hombro de su esposo y respondió:

—Estoy cansada y... Quiero, darme una ducha y dormir un poco, me hace falta.

Se acercó al rostro de su esposo y le dio un gentil beso en la mejilla, acto seguido, su cara dibujo una pequeña sonrisa sincera, y dijo—Me alegra que estés bien.

Sin decir nada más, se levantó apoyándose del cuerpo de León, se alejó del sofá con un andar calmado y lento.

El rubio la miró detenidamente mientras subía las escaleras, cuando la perdió de vista por completo, soltó un gran suspiro y se recargó en el sofá.

Se quedó ahí por minutos, y quizás más, al poco rato ya habían pasado más de 2 horas y el seguía ahí sentado.
Observando el techo de su sala, disfrutando del silencio que había en su casa, de la paz y tranquilidad que reinaba en el lugar.

Cuando cerró por primera vez,  no tenía una sensación fuerte de querer dormir, pero cuando sus párpados y sobre todo sus ojos, empezaron a abrir y cerrar, ni cuenta se dió, cuando fue el momento exacto en qué cayó rendido ante las garras de Morfeo.

...

A la mañana siguiente

Habiendo perdido la noción del tiempo, León abrió sus ojos y lo primero que ve es a su esposa enfrente de su persona, al parecer ella le había levantado.

La historia de Leon y Jill 2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin