capitulo 41

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Convenio, ese mismo día

La tarde transcurría normal, ruido y ajetreo era lo que dominaba en gran parte del convenio.

A la hora de la comida, la castaña pasó parte de esa media hora sola en la mesa.
Cecy la había notado desde que había llegado ese día, muy distraída e incómoda.

Queriendo saber lo que ocurría, Cecy se acercó y se sentó en la misma mesa.
Había ruido por los infantes hablando mientras comían, pero una cúpula invisible impedía que esto afectara a Jill, ella estaba en su mundo.

—Bonito vestido señora Kennedy, me encanta el color—Comento alegré.

La castaña no respondió de inmediato, estaba aun semi distraída pero cuando cuando lo hizo, habló tal y como solía hacerlo, con una voz tenue y algo aguda.

—Gracias... Lo compre hace una semana, la quería estrenar un día de estos.

Enseguida bajo su atención a su libreta, Jill se encontraba escribiendo algo o al menos, hasta ese momento.

—Me cuesta creer que un día con tanto Sol, te provocó cierto malestar señorita Kennedy.

Enseguida y atenta al comentario de la mujer, Jill respondió—Oh, no... Es solo qué, no he dormido bien—Hizo su cuaderno a un lado y continuo—Mi esposo no llegó a dormir a noche y, pues... Hoy aparece estar muy distanciado de mí, sospecho que el necesita su espacio propio, y no encuentra la forma de como decírmelo.

 Hoy aparece estar muy distanciado de mí, sospecho que el necesita su espacio propio, y no encuentra la forma de como decírmelo

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Cecy sonrió de inmediato y acercó su mano a la de Jill,  y enseguida dijo:

—Señora Kennedy, no creo que exista un hombre en este mundo que intentara evitar de su compañía... Usted es una mujer hecha derecha, créame que lo que le pasa a un esposo es algo sobre si mismo, no sobre su usted.

Jill agradeció el comentario, e incluso fue reconfortante escuchar una voz tratando de aliviar su angustia, sin embargo, seguía estando preocupada por León.

—Vera señora Kennedy, el hecho de que usted esté triste o no tan animada como de costumbre, me hace ver la clase relación que tiene usted con su marido y por las personas que considera cercanas...

Sonriendo de oreja a oreja finalizó—No cabe duda que aún quedan personas buenas en este mundo.

Soltando su mano, Cecy se levantó de la mesa y ante de irse se despidió de Jill, argumentando que tenía trabajo.
La mujer asintió y se quedó sentada esperando que acabara la hora de comida.

Con todo y el ruido que había en el comedor, Jill se sentía resguardada en aquel lugar, la compañía de los niños que tanto la hacían feliz y por supuesto la compañía de más personas la hacían sentir importante.

...

Ese día cuando era hora de ir a la cama, la indiferencia de su esposo continuo.

La hora de la cena fue bastante gris, Sherry trataba de animar un poco el ambiente pero tampoco pudo hacer mucho, León seguía distante y cada paso o movimiento que hacía, emanaba un gigantesco pesar que era difícil de describir.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora