Capitulo 65

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Esa noche, en casa de los Kennedy

Jill había preparado la cena con anterioridad, por lo cual fue la primera en servir los platos a la vez que tanto León y Sherry esperaban impacientes los alimentos.

La rubia ya no tenía el vendaje evidentemente, por consecuencia podía disfrutar de mejor manera la compañía de los Kennedy.
El agente por su parte estaba extrañado y al mismo tiempo cómodo por la situación.
Que su esposa halla aparecido así como así en su casa, le hacía pensar muchas cosas, una principalmente era que ella en realidad quería regresar con él, por supuesto, incapaz de emocionarse, León permaneció mesurado en todo momento.

Jill se acomodo a un lado de León, teniendo todo el comedor libré a su disposición, ella decidió acomodarse a un lado del agente.
Sherry notó ese detalle, pero no le prestó mucha importancia.

Por momentos en la cena, al hombre le llegaba la nostalgia cuando ella vivía con él, preparaba la comida y de gustaban de sus platillos en dicho comedor, aquellos recuerdos estaban muy presentes en su mente, guardados precisamente en la zona más profunda y blanda de su corazón, donde allí debían seguir.

A lo largo de la cena las miradas de Jill se volvieron más frecuentes de lo normal.
La mujer estaba relativamente cerca de él, pero aún así había un sutil espacio entre los dos.
En algunas ocasiones, por cualquier comentario sin sentido del agente, La castaña rozaba la mano de León de manera que pareciera involuntaria o accidental, dependiendo del contexto.

La incidencia en los roces llegó a un grado, que León pensó claramente que Jill lo hacía a propósito.
Pero la mirada al igual que la atención en ella, le hacía creer todo lo contrario.

...

Cuando la hora marco las 9 de la noche, León se levantó de la mesa deteniendo el ambiente ameno del lugar.

—Bueno chicas, porque no charlan un rato mientras yo lavó los trastes restantes , será agradable.

Al instante la rubia se incorporó de su lugar y se acercó señalandole con firmeza.

—No, no, no, Déjame eso a mí—Le despojo de los platos y dijo—Porque no llevas a Jill a caminar por el parque, y charlan, les vendrá de maravilla eso créeme.

Con un guiñó al final, se alejó de los dos hasta llegar a cocina.
En ese momento el agente desvió su mirada a la mujer que también lo observaba desde su lugar.

Un par de segundos de un intenso intercambio de miradas, el hombre tomó la iniciativa de la situación y diciendo:

—¿Quieres al parque?

En ella en respuesta decidió sonreír y levantarse de la silla, a medida que él avanzaba por el pasillo

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En ella en respuesta decidió sonreír y levantarse de la silla, a medida que él avanzaba por el pasillo.

—Sherry—Alzo la voz—Saldre con Jill a dar un paseo, cuida de Dana, está arriba.

La historia de Leon y Jill 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora