CAPÍTULO 7

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Dos terribles meses eran los que llevaba en ese sucio lugar; alguna vez se vio como ama y señora de una gran Hacienda, y casi pudo haberla obtenido, de no ser porque la ambición llena un saco enorme que termina por romperse y todo lo que cae al suelo es un inmenso montículo de piedras que no le permiten llegar a la punta para poder ver la luz del día. Así sentía Rosaura que era su vida en la cárcel. Las jornadas de trabajo diario eran muy pesadas, sobre todo con una pierna maltratada y una arritmia cardiaca que le dificultaba respirar, la comida era tan insipiente que a veces no sabía si en verdad había comido, las noches no eran nada agradables, una; porque si cerraba los ojos, corría el riesgo de no abrirlos nunca, pues algunas presas eran tan violentas como los hombres y con tal de robar los pocos centavos que guardaban las demás, eran capaces incluso de matar, sin importarles que se le sumaran más años a su condena, dos; la cama no tenía colchón y podía sentir que el frío metal traspasaba su ropa y su cuerpo, las almohadas también eran motivo de disputas, por lo que para evitarse problemas les cedió la suya y ahora su brazo era el que servía como una. Tres; y quizá la más terrible, era una que no se atrevía a ver, solo sus oídos podían escuchar los llantos de mujeres que servían de diversión a quienes tenían el deber de cuidarlas. Por una parte estaba agradecida de ser una vieja inservible como le decían los guardias.

¡Sí! esa era su vida ahora y la aceptaba porque era lo mínimo que se merecía por todo el daño que le había hecho a su propia sangre.

Aunque en medio de esa oscuridad había algo que la ayudaba a querer seguir viviendo y esa era su sobrina; aquella muchachita a la que en un tiempo, no bajaba de tonta y sin ambiciones. Muy tarde comprendió el gran ser humano que es, porque a pesar de todas las cosas que le hizo, incluido ser la causante de la muerte de su hermano, Ana Paula la había perdonado de corazón, por eso, el tiempo que tenga que permanecer en ese lugar, rezará para que sea inmensamente feliz. Sólo esperaba vivir lo suficiente para poder verlo con sus propios ojos. Lo difícil era lograrlo, porque a pesar de no tener problemas con las demás reclusas (cosa que se le hacía extraño), su enemiga personal Cynthia, amenazaba constantemente con deshacerse de ella.

Cynthia llegó una semana después, pero desde el primer día su furia y resentimiento le ganaron la fama de ser la más terrible, y por increíble que pareciera, eso le permitía que nadie se atreviera a molestarla, porque ya en varias ocasiones se había peleado y sus contrincantes quedaban bastante lastimadas, por eso siempre trata de evitarla, pero para su fortuna llevaba varios días sin verla, algo que no le sorprendía, pues por sus constantes arranques siempre estaba castigada. El ruido de los bastones golpeando las rejas, le indica que es hora de iniciar otro día de infierno.

En la cafetería.

Abogado: Señor Montero, le presento a Luis Mendoza, el psiquiatra que pidió para su hermana.

Psiquiatra: (extiende su mano para saludarlo), Mucho gusto señor Montero.

R: (correspondiendo), Igualmente.

Abogado: Me disculpa señor Montero, pero lo mejor es que hablen ustedes solos, yo regreso en un rato para decirle lo de la señora Rosaura.

R: Pase abogado. (El abogado se va y Rogelio mira al Psiquiatra), ¿Y bien?, ¿Ya tiene el diagnóstico de Cynthia?

Psiquiatra: Sí. Durante un mes pude evaluar a su hermana y lo que ella presenta es un desequilibrio emocional Depresivo.

R: Podría ser un poco más claro. Eso a mí no me suena a nada.

Psiquiatra: Cada persona tiene diferentes desórdenes y se manifiestan por distintas circunstancias. Lo que pude observar en ella es que es muy agresiva y tiene ideas destructivas tanto hacia sus semejantes, como a ella misma, a veces se pone a llorar, se auto compadece y tiende a ser mitómana.

LQNP: HISTORIA DE AMORWhere stories live. Discover now