CAPÍTULO 59

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San Gabriel - Pensión:

Eran de madrugada cuando James encuentra el valor para entrar al cuarto que compartía con Helena.

Desde el incidente pasaron horas en las que lloró como jamás lo había hecho en toda su vida y era la primera vez que sentía un dolor tan grande, que sabía que nunca conseguiría deshacerse de él. También se dio cuenta de que aquél odio que albergaba por Ricardo, era nada en comparación con el que ahora sentía por Rogelio Montero.

Aquél hombre manipuló a Helena hasta el punto de provocarle la muerte y eso lo pagaría caro.

Con el deseo de venganza y la furia llenando su ser, hace una llamada.

Hombre: ¿Qué necesita jefe?

James: Quiero que esta misma noche te encargues de matar al abogado de Rogelio Montero.

Hombre: No será posible... Esas cosas llevan su tiempo y aunque comprar matones dentro de los reclusorios es sencillo, el lograr que los custodios cooperen requiere mucha persuasión.

James: (en un grito colérico), ¡Ofrece todos los dólares que necesites para comprarlos, pero quiero muerto al abogado hoy mismo, y también quiero que Montero esté presente!

Hombre: ¡Está bien señor!... ¿Desea otra cosa?

James: Sí... manda a dos hombres a la hacienda del Fuerte... Diles que me esperen a una distancia que no sea visible, pero lo suficientemente cerca del camino.

Hombre: Estarán allá en dos o tres horas.

James: ¡Muy bien!... luego te llamo.

James cuelga y se tira en la cama para dormir un poco mientras espera la hora de ir a la hacienda.

Hacienda del Fuerte:

Paula estaba recostada en su cama, pero le era imposible dormir... El miedo a que sus sospechas resultaran ciertas la tenían con el corazón latiendo desesperado. Además sentía culpa por no haber intentado comprender a Rogelio y ese error los estaba llevando no solamente perder los bienes de la hacienda, sino también había expuesto la seguridad de su familia... Afortunadamente María y sus hijos no se encontraban en la casa, porque de otro modo, ese psicópata los tendría a su alcance y si les pasaba algo, jamás se lo perdonaría.

Después de un rato, acepta que le será imposible conciliar el sueño, así que se levanta y se cambia de ropa para salir a cabalgar.

Clínica de San Gabriel:

Edward había llevado a Jennifer a la clínica y para su tranquilidad, el médico que la atendió, le informó que tanto ella como su hijo, estaban bien. Unas horas más tarde le permitieron verla, pero como la encontró dormida, no se atrevió a despertarla, y fue a sentarse en una silla, quedándose dormido cuando la luz de día fue reemplazada por la noche.

De madrugada ella despierta y al enfocar bien su vista, lo ve descansando en una silla cerca de la cama. Con cuidado se levanta y le acaricia el rostro. Edward despierta al sentir su mano y retirando sus lentes fija su mirada primero en su cara y luego la dirige a su vientre y le coloca su mano.

Edward: Tuve mucho miedo de perderlos, pero gracias a Dios están fuera de peligro, (se levanta y la recuesta de nuevo en la cama, y él lo hace también para abrazarla), ¡perdóname!, no debí dejarte sola... yo tenía que cuidarte y sin embargo dejé que te lastimaran.

Jennifer: Tú no eres quien debe pedir perdón... Me dijiste que no viniera, pero no te hice caso y expuse a nuestro bebé, (lo abraza más fuerte), ¡I am sorry!, soy una fool, (empieza a llorar).

LQNP: HISTORIA DE AMORDove le storie prendono vita. Scoprilo ora