CAPÍTULO 41

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El amanecer del día siguiente había llegado más pronto de lo que Rogelio y Paula esperaban, (ambos tenían sueño). Pero para sus hijos, los rayos del sol que anunciaban el nuevo día, eran suficiente señal para levantarse y arreglarse pues estaban ansiosos de ir al poblado del que su papá les habló la noche anterior. Margarito fue a tocar la puerta del cuarto de sus padres, pero no recibió ninguna respuesta y como recordó las pláticas que les daban en la escuela, optó por darles más tiempo y mejor se puso a preparar unos sándwiches para que su hermana y él desayunaran. Sin embargo Mary no tenía la misma percepción de su hermano y sin avisar entra al cuarto de sus padres, (que por suerte traían su pijama). Margarito corre asustado a sacarla pero se encuentra a su padre abrazándola y riendo con ella.

R: (¿?), ¿Qué te pasa chamaco?... me estás viendo con una cara extraña.

Margarito: Es que pensé que ustedes... digo, pensaba que seguían dormidos y no quería que Mary viniera a despertarlos.

AP: (con los ojos cerrados), ¡yo sí sigo dormida! Y creo que tardaré un rato en levantarme.

R: ¡Caramba!, pero yo fui el que pasó por una baja de energía hace unos días y hoy amanecí mejor que nunca.

AP: No me hagas decirte por qué me siento cansada.

R: (tenso), Margaro, lleva a tu hermana a desayunar. En una media hora los alcanzamos.

El jovencito carga a su hermana y sale del cuarto. Rogelio se acomoda en la cama y abraza a su esposa.

R: Paula... Paula.

AP: ¿Qué quieres?

R: ¿Te sientes mal?

AP: (sonríe), el que me encuentre cansada, no significa que me sienta mal.

Paula abre los ojos y lleva su mano hasta el rostro de Rogelio.

AP: Anoche volviste a hacerme la mujer más feliz del mundo, pero creo que te aprovechaste de tus nuevas energías y consumiste las mías.

R: Sí ese es el problema, conozco una magnífica forma de devolverte la energía.

AP: (seductora), ¡Ah sí!... ¿cuál es?

Rogelio se incorpora y toma en sus brazos a su mujer para dirigirse al baño.

AP: ¡Espera Rogelio!, no podemos dejar solos a los gemelos. Anoche tardamos mucho en volver y...

R: No los vamos a dejar solos, pero no puedo con el peso de los tres.

Rogelio entra al baño... deja a Paula sentada en una silla... luego sale por los gemelos y regresa con ellos.

R: (le da a Rafael), la tina no es tan grande como el jacuzzi, pero al menos cabemos los cuatro.

Paula recibe a su hijo y se levanta para darle un beso a su marido.

AP: Entonces permíteme entrar primero para que sostenga a nuestros hijos mientras tú te quitas la pijama.

R: ¡Ta bueno!, nada más recuerde señora Montero que debe controlarse porque están nuestros chamacos.

AP: (sonríe), ¡Haré lo que pueda señor Montero!, pero todo depende de cómo te comportes.

Rogelio estira su brazo libre para que Paula deposite a su hijo. Ella se quita la ropa y enseguida entra a la tina. Por un momento el instinto de hombre se hizo presente en Rogelio. Sin embargo al darle a sus dos hijos y verla rociándoles agua en su cabecita, aquél sentimiento comenzó a cambiar por uno de admiración y ternura. Así que se apresura a desvestirse y también entra a la tina. Paula le da a Federico y ambos se dedican a bañarlos y a regalarles infinidad de besos. Ese momento compartido fue para ellos tan hermoso, que se prometieron hacerlo una costumbre de ahora en adelante.

LQNP: HISTORIA DE AMORWo Geschichten leben. Entdecke jetzt