CAPÍTULO 45

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Rancho la Negra:

Después de supervisar la mercancía, Paula se fue a sentar en un árbol que se encontraba en una pequeña colina donde pastaban los animales.

Estar en aquél lugar le daba aquella paz que necesitaba desde hace mucho, y poco a poco su enojo fue disminuyendo hasta el punto de no quedar más que un sentimiento de culpa.

Cerca de ahí, Rogelio cabalgaba en un caballo del rancho, (llevaba la canasta). Casi a punto de llegar al árbol, se baja y camina despacio. Al estar a unos pasos de su esposa, se queda un momento observándola... Paula se había dado cuenta de la llegada de su esposo, y esperaba a que se animara a acercarse, pero Rogelio continuaba alejado. Cansada de su falta de ánimo, lo llama con voz fuerte.

AP: ¿Piensas quedarte de pie todo el tiempo?

R: Estuve muchos años sentado en una silla de ruedas, por eso no me molesta hacer aquello que no podía.

Ella levanta su mirada y ésta se cruza con la de Rogelio, (por algunos minutos sólo se dedican a mirarse). Paula finalmente decide ser quién rompa con esa tensión y estira su mano para indicarle que se acerque. Él acepta la invitación y se acomoda a un lado de su mujer.

R: ¿Sigues molesta?

AP: Un poco... pero ya no es contigo.

R: (¿?), ¡Sí no es conmigo!, ¿entonces ahora con quién?

AP: Conmigo misma.

R: (¿?), ¿Y por qué estás molesta contigo?

Ella gira y pasa sus brazos alrededor del torso de su esposo. Rogelio la ayuda a encontrar una posición más cómoda y la hace que se siente en medio de sus piernas, para que de esa manera él pueda abrazarla también.

R: Paula, quiero pedirte que me perdones. Yo sé que Helena no es de tu agrado y aún así te he obligado a tolerarla... Además hoy se me ocurrió traerla sin avísate primero, y eso fue lo que provocó que malinterpretaras las cosas.

AP: (mira la canasta), ¿Esa canasta es la que traías cuando llegaste con esa mujer?

R: Sí... tenía planeado hacer un pequeño picnic contigo y mis chamacos.

AP: Y debido a mi escenita todo se echo a perder ¿verdad?

R: ¡No amor!, justamente por eso me traje la canasta... Si me perdonas podemos hacer que el plan siga en pie.

AP: Tal vez pueda seguir... pero ya no estaría incluidos nuestros hijos.

R: ¡Lo lamento Paula!... Quise traerlos, pero venir con dos bebés en un caballo no es seguro. Eso sin contar que ya es muy tarde.

Paula se suelta de los brazos de su esposo y se pone de pie. Rogelio hace lo mismo pero toma la canasta para irse del lugar.

AP: (voz suave), ¡No te vayas por favor!

R: (enojado), ¡Escucha Paula!, una cosa es que comprenda tus acciones, y otra que deba soportar que siempre termine siendo yo el que te pida perdón por algo que sólo está en tu imaginación.

AP: ¡Perdóname!

R: (¿?), ¿Qué dijiste?

Paula se acerca y toma sus manos.

AP: Te estoy pidiendo que me perdones... Sé que llevo meses comportándome como una celosa maniática, pero te juro que eso ya no va a volver a suceder.

R: No te estás comportando como una celosa maniática, porque en ese caso lo harías con cuanta mujer se me cruzara enfrente... Pero solamente estás dirigiendo tus celos hacia esa pobre mujer que no hace otra cosa más que hablar del idiota de Edward.

LQNP: HISTORIA DE AMORWhere stories live. Discover now