CAPÍTULO 25

129 10 0
                                    

Cuatro días eran los que habían pasado desde que Rogelio saliera de la clínica. Margarito estaba muy orgulloso de su papá porque era la primera vez que lo veía peleando de esa manera; sobre todo por haberse enfrentado a dos personas que teniendo ventaja no pudieron ganarle. Paula no se encontraba muy feliz de que su hijo pensara de esa forma, ya que lo más seguro sería que deseara imitar a su padre. Así que le pide a su esposo que hable con él. Rogelio y Margarito platicaron largas horas en el despacho de que no se debe pelar, a menos claro, que sea por defender a sus seres queridos.

Al haber adquirido más contratos, el trabajo en la Hacienda y el Rancho se duplicó al grado de impedirle a Rogelio prepararle una sorpresa a su esposa. Esto lo desesperaba ya que únicamente faltaban escasos tres días para su aniversario.

Desde temprano salió con Hugo a San Gabriel a visitar a Alejandro. Paula se quedó en la Hacienda revisando unas cuentas en el despacho de su esposo. Cuando estaba a punto de irse a ver a su hija, el teléfono suena.

AP: ¡Bueno!

Jennifer: ¡Hi Ana!, hace mucho que no te oía.

AP: ¿Jen?

Jennifer: ¿Quién más podría ser?

AP: Con eso de que no supimos nada de ustedes en varios días. La verdad es que ya ni las recordábamos.

Jennifer: ¡Qué grosera!, pero te perdono si me pasas al guapo de Rogelio. ¡No sabes las ganas que tengo de escucharlo!

AP: (celosa), mi esposo no se encuentra, además, todo lo que tengas que decirle a él, me lo puedes decir a mí.

Jennifer: (se ríe), no creo que te sea agradable oír todo lo que me dan ganas de decirle. Por eso mejor pasamos a la siguiente pregunta. ¿Cómo está mi ahijado?

AP: ¿Ahijado?, Margarito no es tu ahijado.

Jennifer: No me refería al otro guapo Montero. Hablo del que estás esperando. Rogelio se lo contó a Laura, ¡así que no me lo niegues!, acuérdate que estás en deuda por perder contra mí en la carrera, ¿o es que no tienes palabra?

AP: (ofendida), ¡yo siempre cumplo lo que prometo!

Jennifer: Eso me tranquiliza. Y para que veas lo conveniente que es tenerme de madrina. Te tengo una sorpresa.

AP: ¿Qué sorpresa?

Jennifer: Una que estuvieron esperando desde hace seis días.

AP: No creo que estés hablando de la cita con el empresario estadounidense, ¡Jen!, ¿acaso la conseguiste?

Jennifer: ¡Así es!, no tienes idea lo que me costó que aceptara ver a Rogelio. Pero como ya no quiero revivir la mala experiencia, solo voy a decir que, (grita de emoción), ¡lo conseguimos!

AP: (contenta), ¡Gracias Jen!, ¡no sabes cuánto ansiaba Rogelio obtener esa cita!, pero dime, ¿para cuándo es?

Jennifer: ¡Ahí está el problema!, me urge que le digas a Rogelio que es fundamental que se venga para acá desde hoy porque la cita me la dio para mañana después de la una de la tarde.

AP: ¡Y apenas estás llamando!, Jen, ¿tienes idea de cuántas horas son de aquí a Estados Unidos?

Jennifer: ¡Qué carácter!, yo no tengo la culpa de que ese amargado prepotente quiera ponerle un reto a la Hacienda del Fuerte.

AP: ¿Cómo que un reto?

Jennifer: Me tuvo dando muchas vueltas a su empresa. ¡Enserio Ana, sino fuera porque les tengo aprecio, hubiera mando a ese presumido al demonio!, hoy finalmente me dio una respuesta y salió con esta grandiosa idea de verificar que tan responsable es el dueño del Fuerte, ¡o sea Rogelio!

LQNP: HISTORIA DE AMORWhere stories live. Discover now