CAPÍTULO 32

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Recámara del matrimonio Montero:

Paula arrullaba a uno de los gemelos porque no quería dormirse, (el otro lo hizo enseguida de comer), mientras lo acunaba, miraba cada facción del pequeño. Si bien era cierto que ambos tenían rasgos similares, no eran idénticos. El que dormía poseía un cabello negro con tonalidades castañas, de piel morena clara y los ojos del color de ella. Por otro lado el bebé en sus brazos era la copia exacta de su papá, tanto en el cabello, piel y ojos.

María abre la puerta y se queda en silencio observándola, (Paula no se percata pues estaba dándole la espalda a la puerta). Al ver a la mamá con su bebé, revive el momento en que tuvo a su hija de la misma manera y sin poder evitarlo comienza a derramar lágrimas que ahoga para que no la oiga. Su llanto se ve opacado por una melodiosa voz; la feliz mamá les cantaba a sus hijos una canción. Cuando el bebé cierra sus ojos, lo deposita en la cuna con suma suavidad.

AP: ¡Eres idéntico a tu papá mi amor!, (voz baja), "mi pequeño Rogelio".

María: (entra a la habitación), ¿Por qué lo dices en ese tono tan bajito Paula?

AP: Por Margarito.

María: ¿Qué tiene que ver Margarito en eso?

Paula acomoda las cortinas de la cuna para que la luz no moleste a los bebés, después le pide a María que tome asiento en el sillón y ella hace lo mismo.

AP: Margarito es el primogénito de Rogelio.

María: Ya lo sé, pero eso no responde a mi pregunta.

AP: El nombre del papá siempre lo lleva el primer hijo varón, (suspira), María, no creo que sea buena idea ponerle a uno de sus hermanos el nombre de "Rogelio".

María: Viéndolo así tienes razón, Margarito puede sentirse mal, ¿pero entonces cómo vas a llamar a mis nietos?, ya tienen una semana de nacidos y aún no deciden los nombres.

AP: Rogelio insiste en que uno se llame Federico y el otro Miguel.

María: ¡Pues ya tienes los nombres!, y pertenecen a los dos hombres más queridos por ti.

AP: Sí María, el problema es que no me convencen. Claro que quise a mi padre, y amé a mi hermano con toda el alma, pero quisiera pensar en otros, al menos el de Miguel.

María: ¿No quieres incomodar a Rogelio verdad?

AP: Estoy segura que aún sin mencionarlo, Rogelio no se perdona lo que pasó con él.

María: ¿Y tú sí lo perdonaste?

AP: Te juro que sí.

María: Si él quiere que uno de sus hijos se llame Miguel, entonces déjale ese.

AP: Lo siento María pero en eso sí no puedo complacer a mi esposo.

María: ¿Y qué vas a hacer?, porque como padre tiene derecho a decidir el nombre de sus hijos.

AP: Esa importante decisión se la dejaremos a Margarito. Si él quiere que uno se llame Miguel, ya no objetaré más.

María: ¿Rogelio ya conoce tu plan?

AP: No. En cuanto Margarito regrese de la escuela, le voy a decir todo lo que te dije a ti. Por fortuna Rogelio no está y parece que va a tardar.

María: ¿De nuevo fue a la Clínica?, ¿ya sabes por va tanto?

AP: Dice que porque solicitaron unas cosas al extranjero y Ernesto le pidió que como socio, estuviera más involucrado.

María: (molesta), ¡Y se le ocurre cuando tiene más deber como padre!, pero voy a hablar muy seriamente con ese inconsciente, ¡no puede dejar abandonados a sus cuatro hijos y a su mujer!

LQNP: HISTORIA DE AMORWhere stories live. Discover now