CAPÍTULO 21

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Encontrarse en los brazos de la persona amada, es la dicha más grande que una mujer puede sentir y Paula la sentía en su máximo esplendor.

La noche que pasaron fue una de las mejores (aunque ya no podía especificar alguna, porque todas eran maravillosas), quizás lo percibía así, por la falta que le hiciera su esposo en días anteriores. Pero lo más increíble es que a pesar de estar casi la mayor parte de la noche amándose, no se encontraba cansada. A diferencia de Rogelio que aún cuando no dejaba de besarlo, él permanecía profundamente dormido. Como sus intentos por hacer que despertara no estaban dando los resultados deseados, decide preparar algo de comer porque su marido iba a necesitar recuperar energía. Así que se levanta y de una bolsa saca una bata que comprara junto con el vestido.

Una hora después regresa con la esperanza de verlo despierto, pero él continuaba igual. Deja las cosas que le cocinó en el buro, y vuelve a la cama para retomar los besos.

R: (sin abrir los ojos), Paula, por favor déjame dormir otro poco, en serio estoy muerto.

AP: Pues que poco aguanta señor Montero, creía que era muy fuerte.

R: ¡Claro que soy fuerte!, lo que sucede es que yo hago la mayor parte y por eso mis energías se agotaron.

Paula se acerca a su rostro proporcionándole más besos, mientras le susurraba al oído.

AP: ¡Y lo haces divino!, por eso te preparé un rico almuerzo que estoy segura te servirá para recuperarte.

Rogelio la toma en sus brazos, motivado por las caricias y palabras que le daba su esposa. Ambos se besan con mucha pasión, que da pie a otra nueva entrega. Después de revivir tan hermoso momento se abrazan sin dejar de demostrarse su amor.

AP: (sonriente), Rogelio, ¿ya te había dicho lo feliz que soy?

R: Creo que no lo suficiente.

AP: ¡Entonces mejor te lo demuestro otra vez!

Paula comienza de nuevo con el juego, Rogelio la sigue y en el momento que toma su mano para besarla, se fija que tenía un moretón.

R: ¿Qué te pasó en la muñeca?

AP: (retirando su mano), ¡Nada amor!, ¿por qué lo preguntas?

Rogelio se sienta y la hace que lo deje ver su mano. Al apretar ligeramente ella muestra una mueca de dolor.

R: ¿Esto es "nada" Paula?

AP: ¡Bueno, sí me pasó algo! Lo que sucedió es que cuando estaba preparando el pastel, me golpee la mano con la puerta del horno, pero no fue nada grave. Ni siquiera me acordaba de eso porque no me dolía.

R: Esto no parece un golpe, más bien es como si alguien te hubiera apretado, se ven marcas de dedos.

AP: (aún más nerviosa), ¡Por supuesto que no es eso Rogelio!, ¿acaso piensas que te estoy mintiendo?

R: Espero que sea cierto lo que dices, porque no voy a permitir que se atrevan a lastimar a los seres que más amo y si alguien te hizo eso...

AP: (comenzando a llorar), ¡Te aseguro que solo me pegue con la puerta del horno!, ¿es que acaso no confías en mí?

R: (la abraza), ¡No llores Paula!, sí tú dices que fue con eso, yo te creo. Pero por favor, tranquilízate.

Paula corresponde a su abrazo. Rogelio acariciaba su cabello y espalda tratando de serenarla, pero en su mente no se le quitaba la idea de que no estaba siendo sincera en lo sucedido, y aunque por el momento le daría por su lado, después se encargaría de averiguar lo que pasó. Él le toma su mentón para hacer que lo mire y con una sonrisa consoladora, le da un pequeño beso que termina disipando todo el temor de su esposa.

LQNP: HISTORIA DE AMOROnde histórias criam vida. Descubra agora