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Taehyung había salido a hurtadillas de aquella gran casa en cuanto terminó sus asuntos con su jefe. Desde que aquel hombre se había infiltrado tenía a todo el clan ocupado las 24 horas de los 7 días de la semana. Había dejado de contactarse con ciertos comerciantes y otros clanes solo para asegurarse que cierta información no se haya filtrado por otro error. Nadie había descansado, y por supuesto, el tampoco.

En su habitación se la había pasado varios días sacando cuentas finales de todas las actividades que se habían realizado, todo lo que se ha vendido, todo lo que se ha comprado, todo lo que esos hombres se robaron y como podían recuperarlo.

Estaba un poco estresado, sí, pero era en lo único en que podía ayudarlos. Si era muy bueno en matemáticas, utilizaría su habilidad para cuidar el dinero de aquel esbelto Alfa que lo sacó de su infierno.

Sin embargo, el era el único Omega en aquella casona, y por ello, siempre tenía que estar acompañado con otros Alfas u otros Betas por seguridad; no lo podían dejar solo o el jefe Shi Hyuk los asesinaría, le tiene demasiado aprecio a ese pobre Omega.

O talvez sea lástima al verlo y pensar que en cualquier momento pueda caer en depresión y morir por aquella marca que llevaba en su cuello.

— Esta comenzando otoño — Dijo para sí mismo cuando cerró suavemente la puerta y el frío de afuera chocó contra las prendas que protegían su delgado cuerpo. Miró alrededor para que no hubiesen moros en la costa y se fue donde la motocicleta de YoonGi.

Cuando el recién había llegado, siempre estaba a la defensiva con todos. Cada vez que alguien intentaba tocarlo, el mostraba sus colmillos y les gruñia para que se borraran esa idea de que todos los Omegas era dóciles y tiernos.

El también podía ser un maldito si así lo quería. Vamos, quien lo culparía cuando la sociedad estaba llena de Alfas que solo buscan complacer su propia sed de deseo.

Pero cuando YoonGi quedó a su cargo, logró ganarse un espacio en su corazón.

— Será mejor que me de prisa o me encontrarán y no me dejarán ir— En una pequeña mochila verde terminó de guardar unas cuantas cosas para curar heridas y más, subió a la motocicleta, se colocó el casco y arrancó en dirección al metro donde estaba JungKook.

Se sentía tan extraño salir, había pasado un buen rato desde que lo hacía, pero aún más desde que lo hizo solo. Disfrutaba del frío de temporada chocar contra sus nudillos y sacudir sus prendas, disfrutaba de la velocidad y adrenalina que le hacía sentir cuando rebasaba otro auto o se pasaba uno que otro semáforo rojo.

Se sentía libre. Pero el sabía que eso solo era momentáneo.

Poco tiempo después llegó y el susodicho ya estaba en la entrada del lugar recargado sobre un pared mirando su teléfono. El pequeño Alfa tenía un mirada de tristeza, ansiedad y confusión mientras observaba su teléfono, parecía que estaba leyendo algo.

Miró al frente y se encontró con Taehyung y su rostro expresó aún más confusión.

— ¿Taetae? — Le llamó con cariño mientras se acercaba — ¿Qué hace aquí?

— YoonGi me dijo que viniera y pasara por ti — Le sonrió a través del casco y le indicó que se subiera.

— ¿Ya le contó lo que ocurrió con NamJoon-hyung?

— Pues no, pero iremos donde su casa.

Y con la pierna extendida sobre el pequeño asiento, antes de subirse, dijo:

— ¿Dónde Halsey...? — Taehyung asintió.

— Exactamente— Confirmó — No sé que haya pasado, pero me deben una explicación — Esperó a que el Alfa se acomodará para conducir de nuevo.

Gamma | NamJin | Terminada Where stories live. Discover now