Capítulo 29

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Bill intentaba ir todo lo rápido que la escoba le permitía, el viento le apartaba el pelo de la cara de forma feroz, y su cuerpo continuaba inclinándose hacia delante en un intento de acelerar para alcanzar a la joven.

Vislumbraba el cuerpo de Nia, y se mordió el labio inferior por la preocupación, pues veía las luces que salían de su varita a lo lejos, en mitad de la noche. No debía quedarle demasiado tiempo para llegar hasta ella, pero eso no mermaba sus nervios. Un último destello cruzó la noche, y Bill apenas pudo vislumbrar si le había dado al objetivo o no. No diferenciaba al lethifold a tanta distancia, ni con tanta oscuridad.

Cuando llegó, la figura de Nia en la escoba se hizo cada vez más grande, y al acercarse también comprobó con cierta sorpresa que una esfera se alzaba en mitad del desierto. Dentro, lo que creía que era el lethifold se removía como si fuera una tormenta de arena. Entendió que estaba intentando escapar, pero la esfera no parecía presentar fisura ni distorsión alguna.

-Nia. –La llamó Bill, mientras se acercaba a menor altura que a la que estaba ella. La joven no contestó, a pesar de que el pelirrojo continuaba esperando. Nia cabeceó un par de veces, y con alarma, Bill entendió que había sucumbido al cansancio. Se posicionó cerca de ella, y cuando las manos de la muchacha aflojaron el agarre de la escoba y su cuerpo comenzó a caer con todo su peso hacia la derecha, Bill estaba allí para agarrar su torso y que no cayera su cuerpo todos los metros que los separaban del suelo.

El ruido de un motor hizo que mirase hacia abajo, y comprobó que uno de los coches del campamento se acercaba hacia ellos. Del coche salieron Jawara y Shani, que le hicieron algunas señas para que bajara. Con cuidado, cogió a Nia y la subió a su escoba como pudo, teniendo cuidado de agarrarla firmemente para que no cayera.

Una vez que Bill bajó hasta sentir la arena bajo sus zapatos, Jawara cogió a Nia en brazos. Ella estaba profundamente dormida, por no decir inconsciente, y el hombre la colocó con cuidado en uno de los asientos del coche, con Shani mirándola fijamente por si tenía heridas por alguna parte. Bill volvió a despegar para bajar la escoba de Nia y aquella burbuja donde estaba encerrado el lethifold. Ahora parecía haberse calmado, y a Bill le dio la impresión de que ya no le parecía tanto a un conglomerado de arena. Era más oscuro que eso.

Los cuatro volvieron al campamento en el coche, pues continuar volando podía llevarles a algunos problemas si algún muggle los veía. Aunque fuera de noche, para llegar a sus tiendas tendrían que pasar relativamente cerca del pequeño poblado, y lo mejor era no correr riesgos. Además, en el coche había sitio para los cuatro y las dos escobas. Llevaron a aquella burbuja que contenía a la criatura altamente peligrosa en la parte trasera del coche, que estaba descubierta. La taparon con una manta, de nuevo para que algún muggle lo viera, y la ataron con cuerdas sólo por si acaso. Durante el trayecto, ninguno pronunció palabra alguna.

Al llegar, Nia volvió a abrir los ojos. La falta de movimiento pareció haberla despertado de nuevo. Bastante desorientada, se dejó ayudar por Bill para salir del coche, mientras iba comprendiendo que se encontraba en el campamento. No pareció que nadie hubiera salido de sus tiendas, pero sí se cruzaron con algún que otro hombre que les preguntaron qué había pasado. Jawara se quedó atrás para explicarles que Nia había atrapado al lethifold, y Bill tuvo también que entretener a otros tantos hombres que habían comenzado a salir de sus tiendas para comprobar qué estaba pasando. Shani se mostró especialmente nerviosa, pero nadie pareció fijarse demasiado en ella. Acorde a la explicación de Bill y Jawara, ella era la ayudante de Nia, pero no la habían visto antes porque tenía que atender unos asuntos familiares y se había incorporado más tarde. Muy pocos hombres la reconocieron de entre los habitantes del pueblo, posiblemente porque ella estuvo intentando ocultar su rostro con el velo que solía llevar desde que habían entrado en el campamento. Y si alguno la reconoció, no pareció darle la más mínima importancia.

Con Nia apoyándose en su compañera, cruzaron las tiendas con la prisión del lethifold flotando detrás de las brujas. Una vez llegaron, Nia colocó al lethifold y su prisión en uno de los hábitats donde hacía más calor y estaba lleno de arena. Tras asegurarse de que estaba lo suficientemente protegido y advertirle a Shani varias veces que no lo tocase bajo ningún concepto, (aunque ella ya lo sabía), Nia se echó, por fin, a dormir en su propia cama.

Hacía mucho tiempo que no se sentía tan exhausta. Se había quitado un enorme peso de encima aquella noche. 

Lo que el desierto esconde || Bill WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora