Capítulo 29

1.1K 197 18
                                    

–¿A qué se debe el honor de que la señora de Nox requiera mi humilde presencia?

–Abuelo –murmuró Laraine antes de tomar aire y pronunciar con fuerza–. Atherton de Nox, gracias por acudir a mi llamado.

–¿Cómo podría no hacerlo? Aun cuando soy el miembro más antiguo del Consejo de Ancianos, no rehúso a un deber.

–Desde luego –Laraine indicó el asiento frente a ella–. Por favor.

–No es necesario. Seré breve. Y tú también puedes serlo, Laraine.

–He escuchado que va a salir de Nox. Hacia la Corte.

–Sí. ¿Cómo lo has sabido? –rió sin humor–. No tiene importancia. Es cierto, Laraine. ¿Por qué? ¿Necesitas que en mi audiencia con el Rey diga algo en tu nombre?

–No sería necesario. De quererlo, podría hacerlo yo. No necesito intermediarios.

–¿No? Oh, cómo los tienes por todo lugar, incluido en el pueblo que supuestamente regentas, pensé que no te importaría.

–Prefiero no contestar a eso. Es cierto, entonces, ¿te marchas?

–Sí, pero dejaré al capitán de la guardia para que te proteja, no te preocupes.

–No necesito que me protejan. Puedo hacerlo bien por mi cuenta –protestó, aun cuando sabía que eso era precisamente lo que él quería. Una reacción.

–¿Estás segura? –el anciano clavó sus ojos en ella–. ¿De verdad eres capaz de proteger a alguien? Porque, sería muy estúpido querer a alguien si no puedes protegerlo, ¿verdad?

–No sé qué significa eso –soltó con dureza, aunque apartó la mirada. No quería que adivinara a dónde se dirigían sus pensamientos–. ¿Necesita decir algo más, Atherton de Nox?

–No, señora –exclamó, con un toque burlón–. Entonces solo le daré sus saludos y su más profundo agradecimiento al Rey por tan acertada alianza. Quién lo diría, ¿no? Llegar a ser tan ingenua... de verdad, me preocupa, Laraine.

–No tiene por qué preocuparse –se mantuvo formal y distante–. Este no es lugar para tratar asuntos familiares, sino oficiales.

–Cierto. Excepto cuando te ofreces como sacrificio en lugar de tu hermana. ¿Puedes imaginarlo? Bien podría haber sido Candra la que ahora estuviera casada con ese joven Drummond.

–Señor, ¿necesita algo más?

–No, he dicho lo que venía a decir. Y creo que lo has entendido bien.

–Claramente.

Era una advertencia. No necesitaba que se lo dijera para comprenderlo. Así que era su abuelo, junto con Shamus Calhoun los que habían atentado contra la vida de Wes. Él era su nuevo objetivo y eso era algo que ella no podía permitir.

¿Estaba lista para proteger a Weston? Sí. Con todo lo que ella era, lo haría.


***


–Lara, ¿sucede algo? –Wes detuvo la espada y se acercó hacia ella–. Ven aquí –extendió sus brazos–. ¿Sí?

–¿Por qué no vienes tú? –soltó, sonriendo un poco–. ¡Oh! –él había corrido hacia ella y en un parpadeo la tenía entre sus brazos–. Bromeaba.

–Yo no –la estrechó con fuerza–. ¿Qué te preocupa, Lara?

–Tú –musitó y suspiró–. Yo. Todo, en realidad.

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now