Capítulo 23

1.1K 202 13
                                    

Laraine se había retirado de la mesa, como de costumbre tras haber desayunado. Ni siquiera había notado que Weston también se había levantado y la seguía, hasta que escuchó.

–Quizá podrías acompañarme.

Laraine giró y lo miró, largamente, esperando que continuara con su idea. Sin embargo, Weston no parecía estar dispuesto a decir nada más. ¿Acompañarlo? ¿A dónde? ¿Qué quería decir? De todas maneras, ¿estaba hablando siquiera con ella? Sí, debía estarlo haciendo, pues aún la miraba y parecía esperar una respuesta.

–¿Lara? –vocalizó sin sonido, solo para que ella lo notara. No estaban muy lejos del concurrido salón. A continuación, dijo en voz alta–: ¿Vendrás conmigo al pueblo?

–Weston, yo... ¿de qué estás hablando? ¿Por qué iría al pueblo?

–¿Por qué no? –preguntó, mientras ella retomaba su camino hacia la biblioteca y él la seguía.

–Porque... tengo mucho trabajo que hacer. Aquí –señaló y entró al despacho.

–¿Y es necesario que tú lo hagas todo?

–Sí. ¿Quién si no?

–No lo sé. ¿Podría ayudarte?

–¡No! –exclamó, alarmada. Sin saber por qué, reaccionando con exageración. No era como si pasar unas horas más al día a su lado fuera a cambiar lo que ella sentía... o pensaba, sí, pensaba de él–; es decir, no es necesario. Sigue con tu rutina. Yo también tengo la mía.

–De acuerdo –Weston parecía decepcionado–. Si cambias de idea, siempre puedes llamar por mí.

–No será necesario –insistió.

–Lo sé, pero me gustaría que lo tengas presente. ¿Sí?

–Wes... –musitó y negó rápidamente–. Weston, no es necesario que...

–¿Qué?

–Ser amable conmigo, ¿sí? Está bien si cada uno... vive su vida, a su modo. Me gusta así.

–¿Qué quieres decir? –Weston ocultó una sonrisa triste–. ¿Es una manera de advertirme que mantenga mis narices fuera de tus asuntos?

–Si así lo quieres tomar... –contestó Laraine, aunque tenía una pequeña sonrisa.

–Entiendo. Adiós –Wes se inclinó hacia ella– Lara –susurró y le rozó la mejilla con los labios brevemente.

–¡Lord Drummond! –soltó, llevándose la mano al rostro. Él, afortunadamente, había huido de inmediato, sin esperar su reacción. Joven inteligente.

Mientras se dirigían al pueblo, Weston, Garrett y Manfred se cruzaron en una intersección del camino con Arley y Candra, quienes tenían el mismo destino y habían venido del bosque. Weston se dirigió hacia ellos. Saludó con su cuñada y a continuación miró a Arley, atentamente. Eso le pareció curioso a Garrett, pero no hizo comentario alguno.

–Precisamente quería encontrarte –Wes sonrió levemente–. ¿Arley, cierto?

–Sí, mi lord –respondió el aludido, con recelo.

–¿Quieres acompañarnos? Veo que también se dirigen al pueblo. Podríamos ir juntos –se encogió de hombros– y observarías por tu cuenta mis actividades ahí.

–¿Disculpe? –el joven arqueó una ceja–. ¿Insinúa que espío sus actividades, lord Drummond? –inquirió, burlón.

–¿Insinuarlo? Pensé que lo había dicho claramente –y amplió la sonrisa. Para su sorpresa, Arley le correspondió–. Entonces, ¿vamos?

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now