Capítulo 18

1.1K 196 12
                                    

–Debes tener más cuidado, Jordane –Garrett advirtió en voz baja, cerrando la puerta de la habitación–. ¿Estás consciente de que es la esposa de Weston y la señora de este castillo?

–Es una bruja –contestó, con patente resentimiento–; además, sin importar lo que digas, no es nada de Wes.

–¡Jordane, por favor!

–Es la verdad. Ella no... y él... ¡todo fue arreglado y lo sabes!

–Eso no importa. Están casados. ¿De acuerdo?

–No. Y sigue siendo una bruja. No pensé que fuera real, pero ahora veo que sí.

–¡Jordane!

–¿Me dirás que tú tampoco lo has notado?

–No he notado nada.

–¿Cómo lo supo? ¿Cómo supo que Wes estaba enfermo?

–Alguien debió decírselo.

–¿Quién? Nadie lo sabe. Únicamente hemos dicho que lord Drummond ha pedido que no lo molesten. ¿Cómo lo supo?

–Jordane, ya...

–Y, lo que es más extraño –continuó, ignorándolo–. ¿Cómo se enteró de qué es lo que tenía? Porque, si envió algo para que bebiera, ¡debió saberlo!

–Es imposible –negó Garrett, inquieto–. No podría... ¿cómo podría saberlo?

–¡Exacto! No podría ni debería saberlo, pero lo sabe. Y si no, es aún peor, pues envió algo cuyo propósito ni siquiera comprendemos.

–Basta. No más conspiraciones –Garrett cerró los ojos, cansado–. Vamos a dejarlo por este día, Jordane. ¿De acuerdo?

–Pero...

–Estoy seguro de que Wes podrá explicarlo.

–No, Garrett, yo podría...

–No. Tú no harás nada más. Ha sido suficiente por hoy. ¿De acuerdo?

–No.

–¡Jordane!

–Está bien. Por este día.

–Y esta noche.

–Eres un horrible hermano –protestó Jordane, pero él la miró implacable. Finalmente claudicó y se dejó caer junto a la chimenea, extendiendo sus manos para entrar en calor.

Había caído la noche cuando Wes pudo finalmente mantenerse despierto el tiempo suficiente para comer algo más que la infusión que normalmente le daban en esas circunstancias. Alegó cansancio y cerró sus ojos, sumiéndose en un profundo sueño. Era extraño, pero Weston solo podía dormir así cuando estaba por salir de episodios especialmente dolorosos.

Demonios. ¿Qué rayos podía haber estado haciendo para terminar así?

–¿Por qué no puedo quedarme? –Jordane bloqueó la puerta. Garrett suspiró, dejando sus pensamientos de lado–. Podría necesitarnos, ¿sabes?

–No, no nos necesitará. Está cansado. Déjalo dormir –Garrett la tomó del brazo–. Debemos marcharnos y darle algo de privacidad.

–¿Vas a entrenar?

–Sí.

–¿Y lo dejarás solo? ¡De ninguna manera!

–No trates de buscar excusas. Como de costumbre, habrá un vigilante en su puerta. Además, no sería conveniente que te encontraran en su habitación. Sola.

–Cielos, Garrett, deja de ser absurdo –puso los ojos en blanco–. Como si temieras por mí.

–Ese es el problema. No temo por ti, sino por Wes –Garrett medio sonrió–. ¿Dejarlo solo contigo? No, quien sabe qué ideas tendrías.

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now