Capítulo 5

1.4K 197 6
                                    

–¿Dónde estuviste, Arley? –Laraine habló cuando el joven atravesaba furtivamente el salón del Castillo. Él bufó, irritado por haber sido descubierto–. Confiesa.

–¿Confesar? No tengo nada que... –al encontrarse con su oscura mirada, Arley asintió. Bajó la cabeza, derrotado. Y no la engañó ni un segundo–. ¿Me creería si dijera que estuve paseando?

–¿Paseando? ¿O metiendo tu cabeza donde no deberías?

–¿Yo? –pestañeó con inocencia–. ¿Cuándo lo he hecho?

–¿Todo el tiempo? La pregunta, en verdad, es ¿cuándo no lo has hecho?

–Me ofende, señora.

Laraine entrecerró los ojos, sabiendo que aquella palabra la usaba para distraerla. Decidió no caer en la trampa.

–Donde estuviste –repitió.

–En el pueblo.

–¿Y en el bosque?

–Quizás.

–¿Qué hacías ahí?

–¿Sabía que atacaron a unos viajeros?

–¿Quiénes? –inquirió Laraine. Él se encogió de hombros–. ¿No lo sabes? ¡Claro que lo sabes!

–En el pueblo se rumorea que eran viajeros de tierras lejanas –sonrió–. Savoir.

–¿Savoir? ¿Por qué...? –Laraine se silenció al comprenderlo. ¿Él había sido atacado?–. Tú no tuviste nada que ver, espero.

–¿Yo? ¿Cómo podría?

–¿Y qué sabes?

–Nada importante.

–¿Qué estás ocultando, Arley?

–Quiero su bien.

–Eres un extranjero.

–Eso dolió. Pensé que me había adoptado como parte de su familia.

–No –soltó, aun cuando los dos sabían que no era cierto–. Bien, sí.

–Gracias –musitó–. ¿Ha visto a Candra?

–¿La has perdido de vista? ¿Tú?

–Pensé que me seguiría. Hice que la vigilaran.

–¿Alguien puede lograrlo además de tú? ¡Increíble!

–¿Verdad que es una joven impredecible? Creo que será mi muerte.

–Me alegra que te tenga a su lado.

–¿A mí?

–Sí. La protegerás bien.

–¿Por qué eso ha sonado como una despedida?

–Porque se acerca un cambio –murmuró Laraine, acercándose a la ventana– y no sé cuánto tiempo más pueda protegerla.

–¿Y quién la protegerá a usted, señora?

–¿A mí? –Laraine giró, esbozando una pequeña sonrisa–. ¿Por qué? ¿Estás ofreciéndote para el trabajo?

–¿Yo? Oh no, con una joven de Nox es suficiente. Aun cuando sea la dulce Candra, es una ocupación de tiempo completo.

–Cuánto me alegro de que llegaras –musitó Laraine, volviendo a la ventana–. Ve por Candra.

–Gracias. Tenga cuidado, ¿sí?

–¿A qué...?

–Es evidente que va a salir. A averiguar –explicó, haciendo un ademán con las manos. Laraine puso en blanco los ojos–. ¿Qué?

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now