Capítulo 33

1.1K 193 8
                                    

Laraine intentó concentrarse en los documentos que tenía frente a sí, pero fracasaba cada vez. Su mente estaba obstinada en dejarse llevar lejos de ahí, ansiando saber de él. ¿Se encontraba bien? ¿Había pasado algo?

No, no era bruja, pero tenía un terrible presentimiento desde hacía unos días y unas cuantas frases sueltas que Arley había escuchado la hacían temer aún más. No creía que Candra fuera el objetivo, de cualquier forma, Arley aún estaba cerca de ella. El objetivo, temía, se trataba de Wes.

Ya una vez lo habían intentado. O, si contaba el ataque antes de llegar el día de su boda, más de una vez. No era seguro, él se arriesgaba demasiado y no...

¿Y si pasaba algo?

Por eso había ido a su encuentro, intentaba vigilarlo, pero no podía descuidar sus actividades, regir Nox no era una tarea fácil y dado que prefería hacerlo sola, el trabajo se acumulaba mientras ella...

–¡Señora! –exclamó Arley sin resuello. Lara se llevó una mano al corazón para calmarse. La puerta se había abierto con tanta rapidez y fuerza que aún retumbaba en su cabeza.

–Casi me matas de un susto. ¿Qué pasa? –su mirada se ensombreció–. ¿Candra...?

–No, ella está bien. Es...

No pudo escuchar nada más. Se sostuvo del escritorio, sabiendo lo que seguía. Si no era Candra, solo podía tratarse de él. Oh, no, no Wes...

–¿Lo verá?

–¿Qué le pasó, Arley?

–¿No me escuchaba?

–No. ¿Dónde está Wes? ¿Qué le pasó?

–¿Cómo sabe que se trata de él si no escuchaba...?

–¡Arley! ¿Qué pasó?

–Lord Drummond se cayó del caballo y lo llevaron a sus habitaciones. No respondía.

No. No Wes. No podía estar sucediendo. Era una pesadilla, una horrible pesadilla y necesitaba despertar. ¡Despierta! Se repetía mientras recorría desesperada los pasillos.

¡Laraine, despierta! ¡Despierta!

Pero nada sucedió. Y ella se encontró abriendo la puerta y atravesando el umbral para encontrar a tres personas atendiendo a Wes, quien estaba recostado en la cama. Quieto. Demasiado.

Oh, no, Wes. ¿Qué había hecho? Por aferrarse a él, lo había matado. Wes...

–Wes –musitó y pretendió acercarse, pero su cuerpo no parecía responder. Él ni siquiera parecía respirar. Estaba demasiado pálido.

–¡Oh, Lara, menos mal has venido! –Candra notó su presencia y se alejó del lecho, donde aún discutían Garrett y Jordane. Era evidente que los dos hermanos tenían un desacuerdo–. Lord Drummond ha tenido un accidente.

¿Accidente? No, no había sido un accidente. Era una advertencia. Una que tomaría de inmediato, si es que no era demasiado tarde.

–¿Cómo está? –Laraine se sorprendió de la estabilidad y calma de su voz.

–Vivo, pero inconsciente. Iba a ir por algo para hacerlo reaccionar, pero ellos han continuado discutiendo sobre lo sucedido y me distraje. Quizá logren despertarlo con sus palabras –Candra puso en blanco los ojos, apretó levemente el brazo de Laraine y salió. Su hermana, siempre calmada y bondadosa, alentándola a ir junto a Wes.

–Wes... –Laraine se sentó con cuidado en el borde de la cama–. Despierta.

–¿Cree que no lo hemos intentado ya? ¿Y qué hace usted aquí de todos modos? –Jordane soltó, intentando apartar a Laraine–. ¡Suéltame! –giró hacia su hermano, quien la alcanzó y empezó a llevarla hasta la puerta–. ¡No puedes dejarme fuera!

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now