Capítulo 25

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–¡No me importa! No quiero escucharlo más. ¡Vete! –Jordane exclamó y al encontrar los ojos dorados de su hermano, llenos de resolución, negó una vez más–. ¿No te quieres ir? ¡Me marcho yo! –salió de la habitación y se alejó con rapidez, escabulléndose entre los diversos pasillos para que no pudiera dar con ella fácilmente. Era una suerte que su hermano prefiriera el aire libre que explorar el castillo.

–¡Cuidado! –soltó alguien frente a ella, pero fue muy tarde. Chocó contra el joven y cayó al suelo junto a él–. ¡Rayos! –protestó, mirándolo furioso–. Tú, de entre todas... –las palabras de Arley se perdieron al encontrarse con sus ojos–. ¿Estás llorando?

–Claro que no –Jordane intentó decir, pero su voz salió entrecortada y se sintió ridícula. ¿Por qué tenía que ser él?–. Yo no lloro.

–¿Te han regañado? Bueno, lo mereces. De hecho, yo hubiera hecho mucho más que...

–¡No me importa lo que tú hubieras hecho! De todos modos, ¿quién eres?

–No tengo por qué explicártelo. ¿Estás enfadada?

–¿Te importa?

–No especialmente, pero ¿qué te dijo Lord Drummond? ¿Destruyó tus vanas ilusiones y...?

–¡Cállate!

–Deberías dejar de pensar en él de esa manera. No puede terminar bien, ¿sabes? –afirmó ladeando el rostro con una sonrisa divertida–. Oh, parece que te he enfadado más.

–¡Cállate ahora o...! –advirtió, furiosa.

–¿O qué? ¿Irás con tu hermano? –Arley se encogió de hombros, cosa difícil de hacer estando en esa posición, aún en el suelo, con Jordane sobre su cuerpo–. ¿Qué más podrías...?

–No me provoques más.

–¿Crees que temo lo que tu hermano...?

–¡Deberías temer lo que yo puedo hacerte!

–¿Qué sería...? –Arley empezaba a incorporarse cuando ella lo arrojó contra el suelo con fuerza, utilizando todo su cuerpo–. ¿Qué demonios crees que estás...?

Sus palabras se perdieron cuando ella las silenció con la boca. Arley estaba estupefacto, demasiado sorprendido para protestar o hacer algo más que mirar con los ojos abiertos como platos como esa joven le robaba su primer beso.

–Así aprenderás a callarte cuanto te lo piden –soltó Jordane incorporándose con agilidad y alejándose con paso firme. Sorprendentemente tranquila.


***


–No me gusta los paseos que das cada noche.

Candra ladeó su rostro hasta mirar el perfil de Arley. Se veía serio, molesto y concentrado en algo que aparentemente ella no podía ver.

–¿Estás bien? –inquirió, quedándose quieta en el lugar.

–No. No lo estoy. ¿Por qué no se marchan?

–¿Quiénes?

–Ellos. La gente de Savoir.

–Ah... pensé que habías hecho las paces con eso. Su estancia –aclaró.

–No, no es así. ¿Acaso a ti te gusta que permanezcan aquí?

–No es cuestión de si me gusta o no, Arley. Lord Drummond es el esposo de mi hermana. Y, de lo que he podido ver, no lo hace nada mal. ¿No te parece?

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now