Capítulo 44

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Laraine se arrebujó en su capa, sintiendo la espada que colgaba en su cinto, se sintió segura de lo que tendría que hacer. No, no se arriesgaría innecesariamente, pero haría todo lo que estuviera en sus manos por rescatar a Candra y Arley. No importaba lo que eso conllevara, lo haría todo porque estuvieran a salvo.

Además, era evidente quién lo había hecho. Nadie más se atrevería a actuar en contra de su familia que el capitán Shamus Calhoun, ni siquiera Atherton usaría a Candra poniéndola deliberadamente en peligro, pues sabía que la mejor manera de ejercer presión sobre su nieta, la regente, era garantizando la seguridad de la menor de las hermanas Valens.

Sí, nadie sería tan estúpido para hacer algo así, solo Shamus. Ese maldito idiota. Debió haberlo echado de Nox en cuanto había tenido oportunidad. Si no fuera por Atherton y el Consejo de Ancianos...

Pero ya no importaba, lamentarse era inútil. Estaba acercándose al torreón al tiempo que el alba se anunciaba. Sabía que por algún lugar la seguía Garrett y eso la tranquilizaba, en parte porque así Wes no se sentiría tan aprensivo y porque sabía que el joven capitán haría lo que fuera necesario por salvar a Candra.

Cuando divisó la edificación, se sorprendió al encontrar que nadie la resguardaba. No parecía adivinarse movimientos en las sombras y lo único que se observaba era una leve columna de humo formándose.

No.

Era imposible que...

Se echó al galope en su montura, sin importarle que estuviera dirigiéndose directamente hacia una trampa. Si había un incendio, necesitaba llegar, lo más rápido.

Desmontó y respiró. No, era demasiado pequeño para ser un incendio. Más bien alguien había encendido un fuego para resguardarse del frío, eso fue lo primero que observó. Luego, logró localizar a Candra, atada en una silla, cerca al fuego. Y, en las sombras, estaba en el suelo atado Arley, con un golpe evidente en su cabeza.

Suspiró aliviada cuando se acercó más y notó que estaban vivos. Estaban bien. Dioses, estaban a salvo. Salió inmediatamente a hacer señales para que Garrett se acercara. Él apareció de inmediato, discernió la situación y también respiró aliviado.

Fue instantáneo y uniforme, Lara estaba segura, cuando los dos comprendieron que la situación era extraña. ¿Era realmente posible que no hubiera nadie esperando al acecho? ¿Estaría dispuestos a desaparecerlos en ese instante?

Era una trampa –Lara y Garret cruzaron miradas y asintieron–. Evidentemente lo era, pero ¿de qué tipo exactamente?

–Candra, cariño, despierta –Lara se acuclilló frente a ella y la sacudió levemente. Tras verla abrir los ojos, volvió a respirar. Sí, estaba bien y no parecía tener ningún daño visible.

Dejó que Garrett se quedara con ella, desatándola y fue hasta Arley, para asegurarse que no tuviera nada más que el golpe en la cabeza. Él también abrió los ojos de a poco, aunque temblaba de frío.

Cuando la tela que amordazaba a Candra fue retirada, esta los miró aún confusa. Luego abrió los ojos del todo y negó.

–Garrett, ¿qué haces aquí?

–Vine con tu hermana. No podía dejar que... –empezó a explicar, pero ella siguió.

–No, ¿por qué? Lara... –llamó.

–Candra, ¿qué sucede? –Laraine se acercó, alarmada–. ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? ¿Por qué...?

–Debemos irnos –urgió Candra, intentando incorporarse y casi cayó al suelo. Afortunadamente, los rápidos reflejos de Garrett la equilibraron–. Lara, no es a mí a quien quieren. Lo sabes.

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now