Capítulo 22

1.1K 205 9
                                    

–No sé qué es lo que planea, pero debería tener cuidado, señora.

–¿Cuidado? –Laraine elevó sus ojos hacia el joven que se detenía en el umbral de la puerta–. ¿Qué haces ahí? Pasa y cierra, Arley.

–Él ha empezado nuevamente. Sus visitas al pueblo.

–¿Quién? –inquirió, distraídamente. Ante el resoplido de frustración de Arley, dejó el libro de cuentas de lado y lo miró–. ¿Qué sucede?

–¡Lord Drummond está conspirando!

–¿Qué? –Laraine arqueó una ceja, divertida–. ¿Con quién?

–Al principio, solo con Romulus. Su familia lo recibía. Ahora varias familias lo hacen y... ¿por qué se está riendo?

–¿Conspiración, dices? No seas dramático, Arley.

–¿Por qué es tan confiada? ¿Por cuánto lo ha conocido?

–Lo conozco lo suficiente para saber que, si tuviera algún interés en conspirar, no lo haría con gente del pueblo que no tiene acceso a información ni armas.

–Entonces, ¿qué está haciendo?

–¿Haciendo?

–Sí. ¿No le preocupa?

–No. Weston... está siendo él. Eso es todo.

–¿Qué?

–Déjalo estar. No lo sigas más. O, si quieres, acércate a él.

–¿Para vigilarlo sin que sospeche? Eso sería una buena jugada.

–Arley, debo terminar esto –señaló hacia el escritorio–. ¿Hay algo más?

–¿Cuándo se marcharán?

–¿Quiénes?

–Los demás de la comitiva de Savoir. ¿Acaso nunca regresarán a su hogar?

–Creo que este es su hogar ahora, Arley.

–No comprendo por qué está tan tranquila. Como si confiara en él. Apenas se hablan y... –entrecerró sus ojos– o no.

–Arley...

–¿Usted...?

–Deja de cuestionarme y ve por Candra. Te estaba buscando –mintió.

–Oh, yo... –se veía dividido entre insistir e ir por Candra. Al final, hizo lo predecible y se marchó. Laraine sonrió un poco, aliviada de librarse de los cuestionamientos, pues de momento ni siquiera ella estaba segura de lo que estaba haciendo. O sintiendo.


***


–Te estás divirtiendo esta noche –dijo Laraine mientras bajaba la espada. Weston la miró y volvió a sonreír–. ¿Sucede algo?

–¿Por qué?

–Has sonreído. Una y otra vez. ¿Estás bien?

–¿De verdad? ¿Preguntas si me encuentro bien porque estoy sonriendo?

–Bueno, estás aquí. Lejos de tu hogar. En un matrimonio impuesto. No veo muchos motivos para que sonrías.

–Estoy vivo. Un día más. Eso es suficiente para mí.

–¿Qué exactamente sucedió?

–Te lo dije.

–Creo que hay más sobre ello, que no has dicho. ¿Estoy en lo cierto?

–Sí.

–¿Por qué no lo has dicho?

–No son secretos que me conciernan solo a mí.

–Ya veo –Laraine suspiró y lo miró atentamente, mientras retomaba sus ejercicios–. Eres bueno.

–Y podría ser mejor si mi cuerpo no se opusiera a ello.

–En cualquier persona eso sonaría presuntuoso, pero por lo que he visto, creo que realmente es así.

–Sí, bueno...

–¿Quién te enseñó?

–Garrett mayormente.

–¿Tu futuro cuñado?

–Sí –Weston fue hasta un rincón y se dejó caer–. Él es un capitán de guardia increíble, ¿sabes? De hecho, creo que su destino habría estado en Glenley, el pueblo de los guerreros, de no haber sido por mí.

–¿Lo detuviste?

–Una antigua promesa, según afirma él –Wes escondió una sonrisa–. Dudo que sea únicamente eso, pero no admitirá más allá.

–Es tu amigo.

–Es mi mejor amigo –puntualizó–. Si bien tengo varios hermanos, Garrett fue uno de ellos. Él más cercano para mí, pues mientras ellos podían entrenar, cazar y realizar todo tipo de actividades al aire libre, yo no. ¿Y quién se quedaba conmigo? Garrett. Fingía que prefería quedarse en casa, mientras yo me enfrascaba en mis libros y lo ignoraba. O que dar largos paseos de incógnito era una gran aventura. Lo cierto es que, había días que estaba bien y otros no tanto. Entonces, prefería que nadie supiera cuándo salía. De todos modos, fueron buenos tiempos... –se encogió de hombros.

–Eres sorprendente –musitó Laraine, negando lentamente–. ¿Cómo puedes aceptarlo? ¿Solo así?

–Ah, bueno, he tenido toda la vida para hacerlo. O, casi toda.

–Supongo –cruzó sus brazos–. Ahora has cambiado, ¿no? Mantienes una rutina.

–¿De verdad? –Wes ocultó una sonrisa–. ¿Cómo lo sabes?

–¿Por qué preguntas lo que ya sabes?

–Ah, el joven que me sigue a todos lados. Tu emisario.

–Arley, sí.

–¿Lo enviaste? ¿Por qué?

–Teme que estés conspirando.

–¿Yo? ¿Contra ti?

–Sí, exactamente –confirmó. Wes soltó una carcajada–. Es gracioso.

–Bueno, no pensé que te interesarían mis actividades, pero si es así, puedes preguntar. Te responderé con la verdad, no tengo nada que ocultar.

–¿Es así?

–Sí. Entonces, Lara, ¿te interesan mis días?

–¿A mí? No. Eres dueño de hacer con tus días lo que quieras.

–¿Sí? ¿Y con mis noches?

–¿Tus noches? También. ¿Ya no lo haces?

–No. No todo lo que quiero.

–Bueno, suficiente charla –se incorporó–. Vamos a continuar.

–¿De verdad? –Wes arqueó una ceja, pero se incorporó también–. Pensé que habíamos llegado al límite.

–Sí, pero si aún te queda ánimo de bromear, seguramente tienes un poco de energía de la que puedes prescindir. ¡En marcha!

Cuatro MomentosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang