Capítulo 35

1.1K 195 18
                                    

–Está todo preparado, partirás en una semana, que creo será el tiempo suficiente para que te recuperes y no haya peligro –Laraine apartó completamente las cortinas para dejar entrar a raudales la luz de la mañana. Había una joven sierva dejando el desayuno bajo la atenta vigilancia de Garrett. Jordane no parecía estar ahí–. He revisado el carruaje en que llegaste y parece estar en buen estado. Dado que no vienen demasiadas personas por aquí, he delegado a alguien para que haga lo posible por recabar información sobre los caminos y que...

–Lara –interrumpió Wes con fuerza. Lo había intentado dos veces, pero ella no parecía escucharlo. Ni siquiera había dirigido la mirada hacia el rincón que ocupaba la mesa donde estaba a punto de comer su desayuno.

–¿Qué?

–Detente y dime, ¿de qué estás hablando?

–¿De qué...? ¡El viaje a Savoir, por supuesto!

–¿Alguien viajará a Savoir? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

–¿Alguien? –ella lo miró, confusa–. Tú, Wes. Tú regresarás a casa.

–Garrett –habló Wes–. Tú y la muchacha salgan por favor.

–Sí, mi lord –Garrett siguió hasta la puerta y la cerró al salir.

–Ahora, ¿me puedes explicar de qué demonios estás hablando?

Wes estaba enfadado. Finalmente, Laraine lo había hecho. Lo había enfadado y notó que nunca lo había visto así. Pero ¿por qué se enfadaba? ¿Acaso no lo veía?

–Debes marcharte, Wes. Cuanto antes, mejor.

–¿Cómo dices?

–Has cumplido con tu deber. Es hora de irte.

–¿Me estás echando? –inquirió, incrédulo.

–No, lo estoy preparando todo para que estés cómodo mientras viajas.

–Entonces la respuesta es sí, me estás echando.

–Wes, entiéndelo.

–No pienso irme. ¿Crees que solo puedes apartarme de tu lado como si nada?

–¿Por qué no?

–¡Porque soy tu esposo!

–Ah, piensas imponer tu voluntad.

–No, pero estamos casados. ¿No te parece que esta decisión debe ser nuestra?

–¡No! ¿Por qué debería? ¿Acaso no quieres volver a casa?

–¡Ya estoy en casa! –soltó, exasperado.

–Eso no es cierto. Estás en Nox.

–Estoy a tu lado, por tanto, en casa.

–Wes, por favor...

–¿Quieres que me vaya?

–Sí.

–¿De verdad, Laraine?

–Sí.

–De acuerdo, lo haré.

–Bien, yo...

–Con una condición –añadió.

–¿Condición? ¿Cuál?

–Que tú vengas conmigo –Weston clavó sus ojos con intensidad en ella–. O vamos juntos o no hay viaje alguno.

Laraine abrió la boca y la cerró, varias veces, desconcertada y sin saber qué decir. ¿Había perdido la razón? ¿Por qué querría ella ir?

–Entonces, ¿viajaremos?

–¡No voy a ningún lado!

–¡Pues siendo así, yo tampoco!

–Wes, soy la regente de Nox. ¿Cómo podría irme, aun cuando fuera para acompañarte a casa? De acuerdo, estaría más tranquila dejándote seguro, pero...

–Oh, no, Lara, no lo has entendido. Si me marcho, tú vienes conmigo y te quedas a mi lado. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

–¿Quedarme? ¿Te has vuelto loco?

–Tú eres quien lo está si piensas que voy a dejarte aquí, sola.

–¿Por qué no? Estarías más seguro si...

–Me importa muy poco estar seguro si tú no estás a mi lado. ¿Qué crees que significa un matrimonio? Estamos en esto juntos, Lara. Nosotros vamos a luchar aquí o huiremos a Savoir. Es tu elección, pero la que sea, seremos nosotros. No tú contra el reino. Nosotros.

–Weston, por favor, no puedo cuidar de ti y de todos si...

–No necesito que lo hagas. Yo puedo cuidar muy bien de mí mismo.

–Wes...

–Tengo a Garrett a mi lado de todos modos –atajó su protesta–. Así que no te excuses en un intento de protegerme porque no funcionará.

–¡Pero sí quiero protegerte! ¿Por qué eres tan testarudo?

–¿Y por qué lo eres tú? ¿Qué pensabas? ¿Qué te dejaría aquí, a tu suerte, mientras yo me resguardo en algún lugar lejano? ¿Tú lo harías? ¿Quién haría eso con las personas que le importan? –Wes tomó aire y añadió–: ¿Quién le haría eso a la persona que ama?

–Wes, por favor... –suplicó, ignorando sus últimas palabras–. Sabes que, si llega el momento y tengo que elegir entre mi gente y tú, ellos prevalecerán. Ante todo.

–Lo sé –reconoció con sencillez. Ella lo miró, sorprendida.

–¿Y eso no te molesta?

–No. Te lo he dicho, es una de las cosas que amo de ti.

–No digas que me amas, Weston –no de nuevo.

–Aunque no lo diga, eso no cambiará, Laraine.

–El amor no debía tener cabida aquí.

–No debía, pero la tiene. Te amo.

–Wes...

–Elígelos a ellos, si así tiene que ser. Pero, si lo piensas, yo también soy parte de Nox.

–No, tú eres de Savoir. Y por eso deberías regresar.

–Te equivocas. Ahora somos aliados. ¿Tú crees que la gente de Savoir nos dará la espalda?

–¿Tú crees que no? ¡Nos odian!

–No los conocen y eso es diferente. Pero yo me aseguraré de que lo hagan. Y te amarán, Laraine. Tanto como yo –se incorporó, se acercó hacia ella y la estrechó entre sus brazos–. No elijas. Quédate con todo. Con Nox. Con tu gente y tu Castillo. Conmigo. Por sobre todo, quédate conmigo.

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now