Capítulo 45

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Wes tragó con fuerza e intentó mantener sus ojos abiertos, fijos en Laraine, esperando que recuperara la compostura que había perdido tras la absurda afirmación del capitán Calhoun. Sin duda, quedaría como una locura más si Laraine triunfaba; pero, si cedía, si no encontraba la manera de librarse del chantaje con cuidado, cualquiera estaría dispuesto a darle la razón. Después de todo, aún quedaban rezagos de desconfianza ante la bruja de Nox. Quizás, inclusive, ante el anuncio de la llegada de un heredero a Nox.

Miró a su alrededor, buscando respaldo en algún lugar, pero era desalentador. Y no, no porque la gente de Nox le hubiera dado la espalda, sino porque nadie se atrevería a salir en defensa su señora, ni aun verbalmente, con la guardia de Nox al completo, rodeándolos y luciendo de manera feroz.

Sabían que, si tomaban partido, y se equivocaban, lo perderían todo. En realidad, Wes los entendía. No era fácil, lo que no significaba que dentro de sí no sintiera un poco de resentimiento y un enorme temor por lo que pudiera suceder con su esposa y su hijo no nacido. ¡Maldición! ¿Qué debía hacer? ¿Qué podía hacer?

Quizá si tuviera más personas leales a él, soldados, pudiera tener alguna esperanza. Pero él mismo había despedido, antes de su llegada a Nox, a la reducida guardia con la que en primer lugar se había hecho acompañar hasta ahí. Por tanto, no contaba con nadie. Ni los esfuerzos que pudiera hacer Garret, ni suponiendo que Manfred y los demás pudieran liberarse, no serviría de nada. Sería una masacre. Y el capitán de la guardia de Nox exclamaría que había sido legítima su decisión, en nombre del pueblo al que pertenecía y al rey al que servía, y todos le creerían. ¿Por qué no si nadie iba a atreverse a hablar en su contra?

–No, capitán, no es un héroe. Es un traidor –Laraine desenvainó su espada. Se escuchó un clamor colectivo–. Y mi respuesta sigue siendo no. No pienso elegir entre sus alternativas. En su lugar, lo reto a enfrentarse a mí, capitán –Laraine medio sonrió– si es que se atreve, desde luego.

–¿De verdad? ¿Crees que puedes ganarme, Laraine? ¿Tú? –Shamus dejó de lado el trato formal y soltó una carcajada–. ¡Qué divertido! Realmente quiero dejar de divertirme, pero Laraine, no puedo con esto. Yo te entrené, es imposible que me iguales, mucho menos que venzas en una lucha conmigo.

–Entrené con la guardia, capitán, usted no me entrenó. Y si está tan seguro de ganar, ¿qué le detiene aceptar mi reto?

–Realmente, Laraine, por los dioses... –Shamus resopló– es que no tiene sentido responder siquiera.

Pero, mientras lo decía, un murmullo de descontento se escuchó. Incluso, para sorpresa de Wes, los soldados parecían ver a su líder con algo de duda. Pues, todos pensaban, si él era tan fuerte, ¿qué sentido tenía negarse a vencer a Laraine? ¿Más aún si, como él afirmaba, su esposo y ella eran unos traidores?

–Aunque, ¿por qué no? –dijo Shamus, tras mirar a su alrededor–. No me gustaría que luego me culpe si se hace daño. O su... –hizo un ademán hacia su estómago– hijo –añadió con patente disgusto.

Wes arqueó una ceja y, por un momento, sonrió levemente divertido. ¿Era posible que ese hombre siguiera enamorado de Laraine, en una forma absolutamente egoísta desde luego, pero algo enamorado de ella? Desde luego, quería el poder, pero ¿por qué ofrecer a Laraine quedarse gobernando con él? No tenía sentido, Lara jamás renunciaría a una posición que era suya por legítimo derecho.

Es más, Lara jamás dejaría que una persona que pertenecía a los suyos fuera dañada. Solo porque ella era así, una guerrera, una verdadera gobernante para su pueblo y una guardiana de su familia. Su Laraine no se rendiría ni se dejaría vencer.

Notó que Lara lo miraba fugazmente y volvió a asentir con lo que esperaba fuera una sonrisa de aliento, aunque lo admitía, por dentro estaba aterrado ante la idea de ver a Lara luchando. Normalmente estaría preocupado por la suerte de su contrincante, lo que no limitaría que estuviera absolutamente aterrado por la seguridad de Lara, pues no toleraba que le hicieran daño alguno.

Cuatro MomentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora