Capítulo 19

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Aunque Garrett se sentía reticente a dejar solo a Wes, se dirigió hacia el despacho de Laraine y golpeó antes de entrar. Cuando la tuvo frente a sí y le informó el requerimiento de Weston, se sorprendió una vez más de lo poco expresiva que resultaba. Muy diferente a su hermana... en la noche, mientras entrenaba, Candra había dejado muy claro lo que pensaba de él y su desconfianza hacia Laraine.

Sin embargo, ¿qué podía hacer? La mujer no parecía de confianza; es más, siempre parecía estar ocultando algo o... bueno, no sabía qué era exactamente, pero resultaba inquietante. ¿Cómo es que Wes podía estar a su lado?

–¿Puedo ayudarlo en algo más? –inquirió Laraine. Garrett notó que se había sumido en sus pensamientos, a tal punto que apenas notó que había alguien más en el lugar. ¿Cómo se le había pasado aquello?–. Espera una respuesta, supongo.

–Sí, precisamente –soltó Garrett, pues era demasiado tarde para excusarse y salir como si nada–. ¿Señora?

–Al parecer su marido la requiere con la mayor de las urgencias –habló el hombre que la acompañaba. Laraine tomó aire de golpe, aunque no dijo nada–. ¿Se encuentra bien lord Drummond?

–No creo que estemos aquí para discutir los asuntos de mi esposo, ¿cierto capitán Calhoun? –Laraine no esperó respuesta. Volvió sus ojos hacia Garrett y habló–: Infórmele por favor que acudiré en veinte minutos.

–Sí, señora –Garrett hizo una leve reverencia y se retiró. Era consciente de que su lugar en Nox era indefinido, tal como lo había sido en Savoir, pero ahí prefería tener un perfil bajo, así era mucho más sencillo enterarse de asuntos que para los invitados del castillo serían imposibles de conocer–. ¿Quién es ese hombre? –murmuró e hizo una nota mental para buscar información sobre el capitán Calhoun más tarde. Había algo en él que no le acababa de gustar.

Quizá había sido la forma en que se había referido a Weston. Su tono de voz...

–Vendrá en veinte minutos –habló Garrett apenas entró en la habitación–. ¿Satisfecho?

–Sí –sonrió levemente Wes.

–¿Quién vendrá? –se escuchó la voz de Jordane desde el umbral–. ¿Garrett?

–Que te lo diga Wes –habló atropelladamente–. Creo que debo salir.

–¡Garrett! –protestaron a la vez Wes y Jordane.

–No, me rehúso a estar en la mitad de su batalla nuevamente. Arréglenla sin mí. Regresaré en quince minutos –y salió, evitando que lo pudieran detener.

–¿Por qué ha salido así? –Jordane puso en blanco los ojos–. No es como si pudiera enfadarme con usted si se encuentra así –hizo un ademán con la mano hacia Wes–. ¿Qué ha hecho?

–Nada. Como tú lo has dicho, acertadamente debo añadir, no puedo hacer nada así.

–Hummm.

–Jordane.

–¿Sí?

–Laraine vendrá en veinte minutos y si quieres quedarte, eres bienvenida a hacerlo. Pero, debes recordar, que ella es mi esposa y debes tratarla como tal.

–¿Qué? –Jordane abrió mucho los ojos–. ¿Qué quiere decir? ¿Cómo puede...?

–Laraine lo sabe todo –confesó de una vez– y quiero que esté a mi lado. Si lo puedes aceptar, quédate. De lo contrario...

No fue necesario que terminara. Jordane lo miró con furia y resentimiento, antes de salir dando un portazo.


Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now