Capítulo 32

1K 194 6
                                    

–¿Es que nunca tendremos paz? –musitó Wes sin descontinuar su paso. Garrett lo miró, esperando que se explicara–. Nos están siguiendo –apuntó vagamente al camino que habían dejado.

–¿Qué? ¿Cómo lo sabe?

–¿Cómo no lo has sabido tú? Garrett, estás distraído hoy. ¿Qué sucede?

–Nada –soltó, rápidamente y a la defensiva.

–¿Uh? No suena como nada.

–¿Quién nos sigue? –interrogó Garrett. Wes se encogió de hombros–. Podría ser peligroso.

–¿Quieres averiguarlo? Adelante –Wes se dejó caer a un lado del camino para distraer a quien sea que fuera mientras Garrett se perdía tras la espesura de los árboles. Escuchó un ¡oh! ¡uf!–. ¿Laraine? –inquirió, incorporándose y dirigiéndose hacia los sonidos–. ¿Garrett? –los miró, interrogante–. ¿Qué está sucediendo?

–Quien nos seguía, lord Drummond, era su esposa –gruñó Garrett, frotándose la mandíbula–. ¿Se encuentra bien? –preguntó, sin aclarar a quién se dirigía.

Wes clavó los ojos en Laraine, con curiosidad, esperando que se explicara. Ella se levantó, sacudió sus faldas y se giró, dejándolos atrás.

–¿Estás bien? –Wes ofreció la mano a su amigo. Garrett lo miró, ofendido–. ¿Qué? Parece que Lara te ha dejado fuera de combate.

–Por supuesto que no. Estaba sorprendido cuando noté de quien se trataba y aprovechó para golpearme –explicó. Wes reprimió una sonrisa–. Fue un error soltar la espada en lugar de a su esposa, eso lo admito.

–No lo dudo –Weston continuó caminando, seguido de Garrett–. ¿Qué te dijo?

–No hubo tiempo de hablar, precisamente –resopló, ceñudo–. No entiendo cómo pueden estar relacionadas –murmuró.

–¿Quiénes?

–Candra y... –Garrett se mordió la lengua. Wes se detuvo–. ¿Qué?

–¿Cómo van tus entrenamientos?

–¿Entrenamientos? Bastante bien.

–Te quedas hasta muy tarde.

–¿Me está espiando, lord Drummond?

–¿Ya se lo has dicho?

–¿Qué quiere decir?

Weston siguió caminando hasta un claro. Elevó sus ojos al cielo y aspiró aire, con lentitud. Esperando.

–Sí, lo he hecho.

–Muy bien.

No dijeron nada más. Entraron al Castillo tras el paseo matutino para tomar el desayuno. Wes notó que Laraine no estaba presente. Una verdadera lástima.


***


–No los seguía –soltó de pronto Laraine. Se habían sumido en un concentrado silencio mientras entrenaban. Wes no dijo nada–. En la mañana, no los seguía. Paseaba, sí, paseaba. Ni siquiera sabía que estabas ahí. ¿Cómo sabría que...? Fue una casualidad. No los seguía –insistió–. Weston, ¿me estás escuchando? –inquirió, exasperada.

–Sí y está bien, Laraine. Lo comprendí la primera vez –Wes continuó, sin mirarla.

–¿Por qué no me crees? ¿Por qué te seguiría?

–Lara...

–No es como si quisiera hablar contigo. Podemos hablar ahora, ¿cierto? ¿Por qué necesitaría...? –Laraine bufó, frustrada–. ¿Me estás escuchando?

Cuatro MomentosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin