Capítulo 11

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Garrett se incorporó al escuchar un ruido sofocado proveniente de la cama de Weston. Era sorprendente que, después de cuatro amaneceres, aún sirvieran de algo sus sentidos y estuvieran alerta. Había dormido muy poco, turnándose con su hermana para cuidar de Wes. Tanto Jordane como él se encontraban preocupados, pues nunca antes Wes había estado tanto tiempo saliendo y entrando de la inconsciencia. Y, cada vez que despertaba, era para quejarse de dolor. Unas quejas bajas y contenidas, estaba seguro. Wes, ni aún enfermo, dejaba de ser considerado y de preocuparse por los demás. Esa sería su condena, estaba seguro Garrett, su poca predisposición a ponerse a sí mismo por sobre los demás.

En otra persona, eso sería una virtud. ¿En Wes? Era un peligro potencial porque implicaba un descuido que el cuerpo de Weston no parecía dispuesto a soportar por mucho más. Estaba francamente preocupado y, si no fuera absurdo, habría acudido a la bruja de Nox para que hiciera algo por Wes.

Sí, así de desesperado se sentía.

–Garrett, ¿qué haces ahí? –Wes abrió lentamente sus ojos. Suspiró–. ¿Estás bien?

–¿Yo?

–Sí, luces como si hubieras atravesado el infierno.

–Probablemente lo hice –gruñó. Wes sonrió, un poco.

–¿Cuánto tiempo he estado... fuera?

–Tres días completos.

–¿Tres?

–Hoy es el amanecer del cuarto día desde que llegamos a Nox.

–Oh, es bastante –murmuró–. ¿Puedes acercarte? Me cuesta hablar.

–Rayos, lo siento, Wes –Garrett se acercó hasta la cabecera–. ¿Cómo te sientes?

–¿Cómo me veo?

–Como si hubieras regresado de entre los muertos.

–Acertado. Así es como me siento.

–¿Qué te sucedió?

–No lo sé. Supongo que fue demasiado para un día.

–¿Tan difícil resultó?

Wes cerró los ojos y se quedó en silencio durante tanto tiempo que Garrett pensó que se había vuelto a dormir, lo que no sería extraño dado que la conversación que habían mantenido había sido más larga que cualquier otra interacción de Wes durante los días pasados.

–No lo recuerdo.

–¿Qué? –Garrett clavó la mirada en Wes, incrédulo–. ¿Qué significa eso?

–Pues eso, lo que he dicho.

–¿Qué es lo que no recuerdas?

–¿Has visto a Laraine? ¿Cómo está?

–¿Qué? –Garrett arqueó una ceja. ¿Laraine? ¿Quién...?

–Mi esposa.

–¿Te preocupa tu esposa?

–Sí. Y tú también. Y Jordane.

–No te preocupes por nosotros.

–¿Cómo podría evitarlo? No recuerdo mucho, pero sé que estuvieron aquí, conmigo.

–Sí.

–No Laraine.

–No.

–Asumo que no lo sabe.

–No.

–Bien –Wes soltó un largo suspiro, agotado–. Ahora, debes ayudarme a incorporarme.

Cuatro MomentosWhere stories live. Discover now