Capítulo 47

1.3K 190 20
                                    

Fueron unos meses llenos de preparativos para la boda, de inusitada alegría para el Castillo de Ealaín y en general para todos los habitantes de Nox, que tras presenciar el coraje con que había defendido, una vez más, su señora el derecho a ser la líder de Nox, habían continuado bajando la guardia y prácticamente la aceptaban como alguien que era digna de confianza... aún si fuera una bruja.

Los murmullos ya no incomodaban a Laraine, quien paseaba por los alrededores con una brillante sonrisa y, más veces que no, de la mano de Weston. Charlaban constantemente sobre las mejoras que podrían implementarse en las tierras de Nox y lo que eso podría significar para todos sus habitantes. De hecho, Laraine había empezado a confiar también algunos asuntos de Nox a Wes. Trabajaban lado a lado y ella no recordaba haber sido más feliz en ningún otro momento.

Por supuesto, a veces tenía un poco de temor por lo que podría venir, por lo vulnerable que podía estar, pero bastaba encontrar los ojos de Wes y sabía que podía confiar en él, podía entregárselo todo y él solo lo conservaría para ella, entregándose él a cambio y por completo. Dioses, como adoraba a su esposo. Y ahora ya no quería ocultarlo.

Lo que la llevaba inevitablemente a pensar en Candra. Aquellos meses habían hecho maravillas en ella también, pues si bien antes había sido una joven afable y tranquila, desde que se hubiera comprometido, parecía haber soltado aquellas preocupaciones que constantemente empañaban su alegría y la llevaban a mostrarte sosegada. Ahora reía mucho, bromeaba con su prometido y llegaba a arrancarle sonrisas. Definitivamente, si Candra había cambiado en algo, la mayor transformación de todas la había experimentado el joven capitán de guardia, Garrett Saint-Clair.

Nunca había pensado que él no tuviera sentido del humor, en absoluto, solo que era tan reservado que parecía difícil detectarlo o tan siquiera acercarse lo suficiente para descubrir si realmente había algo detrás de aquella aparente frialdad. Claro que, después de irlo conociendo poco a poco, junto a Wes, y más recientemente con Candra, Laraine había notado que no conocía en absoluto al verdadero Garrett, quizá porque era tan desconfiado como ella lo había sido al inicio.

Había necesitado de Candra para abrirse completamente a Nox y lo que ofrecía. Así como ella misma había necesitado a Wes para aceptar que no todo se trataba de gobernar ciegamente a Nox, sino que más allá del poder se encontraban las personas, aquellas a quienes quería proteger y por quien gobernaba. Personas que requerían no solo una distante y fría figura de gobierno, sino alguien cálido y próximo en quien confiar, para trabajar juntos. Sí, realmente habían sido tiempos dignos de vivirse.

–¿En qué piensas, Lara? –Wes se sentó a su lado. De inmediato, Laraine apoyó la cabeza en su hombro y suspiró–. ¿Estás cansada?

–Estoy feliz, Wes –se giró a mirarlo–. Han sido meses tan maravillosos...

–Lo han sido.

–Tengo miedo.

–¿De que termine?

–Sí. Sabemos que no durará, no puede hacerlo.

–Mi Lara... –Wes le besó en la frente–. No te preocupes más. Es cierto, no puede mantenerse la vida en calma, es su esencia ser cambiante y traernos nuevas situaciones. Pero estamos preparados para afrontarlas, juntos, Lara. Sin ir más lejos, la llegada de nuestro bebé cambiará muchas cosas, ¿verdad?

–Es cierto –Laraine apoyó la mano en su estómago y sonrió–: ¿Has pensado en un nombre?

–Hmmm... no, pensé que lo haríamos juntos.

–Sí, deberíamos... –Laraine se acurrucó más contra Weston–. Pero ahora, creo que me gustaría ir a comer algo.

–Lo que desees, Lara –Wes la apartó con suavidad, besó sus labios antes de incorporarse e ir por comida para Laraine.

Cuatro MomentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora