Si Me Encuentras En Manhattan

Capítulo 1: Princesita Sophie.

La verdad es que no sé cómo, ni por dónde empezar a contar esto, mi vida, la vida que se suponía que tenía que ser perfecta, pero que a ojos de todo Manhattan no lo fue.
Mis padres están en la lista Forbes, lo tengo todo, ¿Para qué quiero más? Pero siempre quería más, no hablo de avaricia, no hablo de dinero, hablo de amor, hablo de imposibles. Y bueno siempre dicen que toda historia se comienza desde un inicio, así que haré eso, comenzaré desde el inicio de los inicios, de cuando me enamoré la primera vez de ese amor imposible cuando era una adolescente que recién estaba cumpliendo la mayoría de edad.

Papá tenía un primo llamado Nathaniel, mamá tenía una mejor amiga llamada Stephanie. Por alguna extraña razón del destino, los quería juntos, y de esa unión salió Nate, el niño más desagradable que pueda existir en el planeta tierra. Era molesto, me decía "Princesita" solo por fastidiar.
A la edad de cuatro años le pregunté si quería ser mi amigo en la cocina de su casa, a lo que me respondió que no porque yo era una bebé y el era un niño grande. Engreído, yo creo que desde ese momento comenzó mi odio hacia él.

Siempre nos llevamos mal, él se comía mis dulces y yo terminaba llorando, él me tiraba del cabello y yo terminaba lanzándome sobre él golpeándolo o acusándolo con papá. Siempre fuimos así, como el perro y el gato, más mal que bien, nunca nos podían sentar juntos.

Hasta que mi vida quedó tranquila a la edad de 8 años. Nate se fue a Londres a estudiar, estaba feliz porque nunca más estaría aquí para fastidiarme, pero lo malo es que también se fue Diana con él, mi hermana mayor. Sentí un vacío en casa, solo tenía ocho años y no quería que mi hermana mayor se fuera a estudiar lejos de aquí. No entendía por qué tenía que marcharse, si aquí también podía estudiar.

En navidad y año nuevo venía Diana, pero no volví a ver a Nate, es como si desapareciera del mapa. Sabía que estaba vivo, su madre, la tía Stephanie le contaba a mamá cómo estaba Nate, y Diana igual hablaba sobre él, vivían juntos en Londres mientras estudiaban, pero no lo volví a ver.

En el verano que tenía 13 años, papá dio inaugurado los días de piscina en la casa. Estaba tan feliz, salí con mamá a comprarme todo lo necesario para ese día. Me puse mi bañador rosa, mis sandalias rosa y mis gafas de sol rosa para salir corriendo con mi toalla rosa al jardín, iba radiante de felicidad, radiante en rosado, pero me detuve apenas llegué a los grandes ventanales, había un chico muy atractivo con muchos tatuajes, anillos dorados grandes en sus dedos, sacudiendo su cabello negro con la mano para quitar agua, sus ojos de un color verde intenso me miraron, y sentí que se me cortó la respiración, Nate.

Solo tenía 13 años cuando sentí la flecha de cupido atravesar mi corazón. Cuando del odio pasé al amor. Nate ya tenia 23 años y que bien le están haciendo los años. Me envolví en mi toalla rosa y me senté en una de las sillas de sol lejos de él.
Sentí que se comenzó a acercar a mi, pero le quite la vista a pesar de tener mis lentes rosados.

- Vaya que estás grande princesita - tiró de un mechón de mi cabello y lo empujé soltando mi toalla. Idiota, creo que si lo sigo odiando a pesar de lo guapo que está.

- Piérdete Nate - en un solo movimiento me tomó entre sus brazos y corrió a la piscina lanzándonos juntos en ella, mis hermanas reían, lo alejé apenas salimos a la superficie y comencé a tirarle agua en su rostro provocando más risas en él, riéndose de mí, si lo odio, definitivamente lo odio. Salí de la piscina enojada, estilando, me acerqué a mi toalla y me envolví en ella para marcharme a mi habitación, acaba de arruinar mi día de piscina, acaba de arruinar todo mi conjunto rosa.

- ¿Por qué te vas Princesita? No seas agua fiestas - me gritó de la piscina tirándome agua con su mano.

- Porque tu presencia es desagradable - respondí realmente enojada - Acabas de arruinar mi día - se puso a reír y entré de vuelta a la casa.