Capítulo 68. El baile.

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Alba Reche se estaba dando una ducha meticulosa. Le había pedido a su hermana que le diera algunos trucos de belleza y ella había implementado los que consideraba necesarios para estar lo más radiante posible. Se había lavado las cejas con su champú mentolado, porque claro, al fin y al cabo también era cabello. Un escalofrío extraño recorrió su anatomía cuando, siguiendo esa lógica y con ese mismo champú, se lavó lo que viene siendo el chochete, atendiendo a la regla no escrita de que el pelo debe lavarse correctamente para ocasiones especiales. La sensación de frescura ahí abajo le puso el vello de punta en un primer momento, sensación que pasó de excitantemente agradable al principio a levemente incómoda cuando, después de secarse, parecía tener un glaciar entre las piernas. 

En definitiva, después de apretar los muslos compulsivamente cada vez que ese frescor helado atravesaba el centro de su cuerpo, optó por volver a lavarse con su gel de olor a chuches de siempre, aunque se quedó con el dato del efecto frío-calor, porque era una herramienta que podría utilizar en el futuro con su novia formal. 

Natalia... se estaba preparando para ir al baile de fin de curso con Natalia Lacunza, nada más y nada menos. Y ella no solo iba a ir por primera vez en los cuatro años de carrera, sino que lo haría acompañada de una chica que, a pesar de haberse convertido en un objeto celeste cuya enorme masa hacía gravitar en torno a ella muchos satélites de su propio universo, no le hacía sentirse en absoluto privada de su individualidad, muy al contrario de la opinión que siempre había tenido sobre las parejas. No, Natalia no hacía que se viera dependiente ni cohibida en ningún aspecto de su personalidad, sino que sumaba a todo lo que ella era y todo lo que la conformaba como persona individual, un mundo entero de cosas nuevas y brillantes que potenciaban lo que siempre había sido. 

El amor va de sumar siempre, no restar, y esa máxima que la poeta le decía cada dos por tres tomaba todo su peso de importancia en el momento en el que se enfundaba un traje chaqueta negro con dibujos de estrellas y cometas plateados que brillaban con los destellos de la luz. Quizá alguna de las personas que iba a asistir al evento se mofara de ella por ese traje que a ella le parecía tan original, pero estaba segura de que Natalia la miraría con esos ojos que ponía cuando Alba le enternecía y le decía "mi friki preciosa" o alguno de esos piropos que a ella tanto le gustaba escuchar si salían de su boca. Porque sumaba, Natalia siempre sumaba, por muy excéntrica que la científica fuera. 

Llevaba ya un cuarto de hora intentando ponerse las lentillas cuando un mensaje de su móvil hizo que se bajara el volumen de la música para avisar de la notificación. 


*Natinat de Carmaikel*

Hola, rubia

Estás nerviosa?

YO MUCHO

*Alba*

Ya he terminado de vestirme

*Natinat de Carmaikel*

NO ME DIGAS QUÉ VAS A PONERTE, QUIERO QUE SEA SORPRESA

Bastante que se te escapó que ibas de negro

*Alba*

No te iba a decir nada más jajaja

Te has puesto muy insistente con el tema

Tampoco quieres que te mande ahora que casi nos vamos a ver una foto con lo que voy a ponerme?

*Natinat de Carmaikel*

NO

Quiero que veas en directo cómo se me cae la mandíbula al suelo

Uf

TunantasWhere stories live. Discover now