Capítulo 53. Europe's living a celebration.

18.6K 1.1K 1K
                                    

Natalia se despertó abrazando una pierna desconocida, con un pie acomodado debajo de su cuello que le hacía cosquillitas. Ronroneó mientras abría un ojo, pero no vio nada, solo la más absoluta oscuridad. No sabía dónde estaba ni de quién era esa carne prieta que estaba estrechando como si fuera un peluche. Se estaba asfixiando de calor, pues acababa de darse cuenta de que tenía la cara aprisionada con algo que no era capaz de distinguir. Se removió, inquieta y asustada.


- ¿Mamá? -llamó en un gimoteo angustiado. 


Nadie contestó, pero el pie, o lo que creía que era un pie, por poco le parte la mandíbula de una patada. 


- ¡Mamá! 


Dijo en voz más alta, pero amortiguada por lo que la estaba envolviendo. Se asustó de verdad. 


- ¡Mamá, ayúdame, me tienen atrapada! 

- ¿Nat? -otra patada voladora y un movimiento a su alrededor. 

- ¡SOCORRO, MAMÁ! ¡ME QUIEREN MUERTA!

- Nat, nena, shhhh, ya está. 


De repente, esa voz ronca y aterciopelada se acercó a ella y la liberó de la terrible trampa en la que había sido encerrada. 


- ¿Dios? ¿Me he muerto? -sollozó, cagada de miedo. 

- Natalia, por favor, que estás en la habitación. 


Y una luz cegadora le hizo cerrar los ojos que no sabía que tenía abiertos. Unas manos le acariciaron las mejillas mientras le susurraban palabras tranquilizadoras. Los fue abriendo poco a poco, acostumbrándose a la luminosidad que entraba por la ventana. Efectivamente, estaba en su habitación de hotel, con la cabeza en los pies de la cama y con una Alba que la miraba entre la mofa y la preocupación a dos centímetros de su cara. 


- Ya está, Nat, has tenido una pesadilla -le sonrió en grande y la calma se extendió por su organismo. Estaba a salvo. 

- Joder, es que sentía que me ahogaba, no podía respirar. 

- No era una pesadilla entonces, es que has dormido con la cabeza dentro de las sábanas, metida ahí, al final -se mordió los labios para aguantar la risa-. No sé cómo no has muerto asfixiada, Carmaikel -le acarició la frente con ternura y le apartó el flequillo, completamente sudado. 

- Pero... ¿En qué momento...? 

- Es que menuda intoxicación sufriste anoche, Nat -se burló de ella, negando con la cabeza. 

- ¿Yo? -se señaló, incrédula-. ¿Y tú? 

- Yo no me he despertado llamando a mi mamá -rio con chulería. 

- No te has mirado al espejo, ¿verdad? 


Alba abrió los ojos lentamente, dejando que el pánico contorsionara la expresión de su cara. 


- Natalia, que la final es hoy, no me asustes. 

- Tú me gustas muchísimo, ¿vale? Estés como estés. No soy una persona superficial, quiero que esto lo tengas claro. Mis sentimientos por ti no van a cambiar. 

TunantasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora