Capítulo 47. ¡Oh, la la, la merde!

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- Vamos, vamos, vamos -iba animándolas Ici, aplaudiendo con cada sílaba, jaleando a sus compañeras, que tenían una cara de susto impresionante-. No ha sido para tanto, en serio, nos las vamos a comer. 

- Tía, iban empatadas con nosotras en la clasificación y acaban de hacer ESO -apuntó Marta, aún con la cara blanca de la impresión. 

- Malditas francesas, me cago en la puta -rezongaba la Mari, dando vueltas en la estancia como una leona enjaulada-. Parecía que ya no íbamos a tener que preocuparnos por ellas y van y hacen el jodido número de la noche. 

- Igual les quitan puntos por los fuegos artificiales -comentó Noe por lo bajo, no muy convencida de su punto. 

- Parecía la actuación final de una peli de adolescentes, no me jodas, cómo les gusta llamar la atención -negaba Natalia, bastante molesta con el asunto. 

- Ya, pero... pero la tuna no es eso -se subía las gafas Alba compulsivamente-. La tuna no son... no son cohetes y petardos. No estamos en Las Vegas ni esto es... es un cabaret. 

- Qué bien ha hablado ahí la Reche -asintió Julia, dándole unas palmadas en la espalda que por poco la tiran de boca al suelo-. Si tienen dos dedos de frente, no se dejarán deslumbrar por ese intento bastante patético de volver a meterse en la competición. 

- Bueno, pero es espectáculo, y a la gente le gusta el espectáculo -se encogió de hombros Afri, tristona con la posibilidad, que ya casi habían rechazado, de volverse a casa al día siguiente. 


Tras la actuación del miércoles, se habían aposentado con comodidad en la parte media de la tabla, algo por encima del ecuador que dividía a las tunas que seguirían en la competición de las que tendrían que volverse a casa tras una semana de grandes emociones. Sin embargo, ese viernes, en la última oportunidad de medirse con sus competidoras y recibir los últimos puntos, la tuna de Francia había hecho un despliegue de medios bastante impresionante, si una era honesta. Incluso utilizaron algo de autotune en una parte de la canción. 

Estaban cagadas, pues, si Francia las adelantaba y ellas no hacían los puntos suficientes, cabía la posibilidad de que lo que recibieran fuera el billete de vuelta a casa antes de lo esperado. No contaban con aquel imprevisto, tranquilas por haberse quitado de encima el marrón de la duda de permanecer hasta la gran final, aunque no la ganaran. Querían vivir la experiencia completa y dejar una buena imagen, por lo que mantenerse en Holanda las dos semanas era casi una necesidad para todas. 

Entró Noemí con una furia que asustó a sus tunantas, dando un fuerte portazo y con las aletas de la nariz abiertas como bocas de pozo. Todas se pegaron a las paredes del camerino, temiendo que descargara la furia que era evidente que habitaba en ella contra la primera que tuviera la osadía de respirar más alto que las demás. Sin embargo, su mosqueo no era con sus chicas. 


- ¡ME CAGO EN LA PUTA ESTAMPA DE LOS FGANCESES Y SUS SENAS DE PIGCOTEO! -se quitó la americana y la tiró de cualquier manera sobre un sofá que había por allí-. Vamos, me van a oír, ¡ME VAN A OÍR COMO SE LES OCURRA NO DESCALIFICAR A ESTA TUNA! 


La vena del cuello de la rectora de la Complutense tenía ya el mismo diámetro que una bombona de oxígeno. 


- Noe... -intentó hablar Natalia, sabiendo que Alba no se atrevería siquiera a levantar los ojos del suelo. 

- ¡AUTOTUNE EN UNA COMPETICIÓN DE TUNAS! ¡HABRASE VISTO! -la mujer no daba crédito a lo que acababa de ver-. La tuna es una institución histórica, que se ha mantenido gracias a la entrega de sus integrantes y las universidades, que siempre se han preocupado de no dejar que muriera esta tradición centenaria. 

TunantasWhere stories live. Discover now