Capítulo 7. Venderle hielo a un esquimal.

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Las clases, tras las celebraciones propias post exámenes, habían vuelto a la normalidad. Hacía un frío del carajo y las chicas de letras tomaban un café calentito antes de comenzar su ensayo de la tuna. La competición regional universitaria sería justo antes de la Semana Santa, por lo que, a diferencia de la vez anterior, tenían intención de ensayar a tope y arrasar. 


- ¡Lacunza! -llamó la chica de recepción, entrando en el salón de actos. 

- ¡Sí! -se levantó de su silla y se encaminó hacia ella-. ¿Pasa algo? 

- Toma, la rectora ha enviado esto para ti -le tendió un papel doblado y se marchó por donde había venido. 

- ¿Qué es? -preguntó Julia, dando sorbitos a su vaso de plástico. 


Natalia no contestó. Se limitó a leer la breve nota y fruncir el ceño. La leyó un par de veces más para asegurarse de que estuviera entendiendo bien y se giró hacia sus compañeras, que la miraban con curiosidad. 


- La rectora nos llama a una reunión el viernes a las ocho -dijo con los ojos muy abiertos y cara de sorpresa. 

- ¿A quiénes? 

- A todas nosotras. A la tuna de Filología. 

- ¿QUE LA RECTORA NOS HA LLAMADO? -la Mari se agitó en su asiento. Siempre reaccionaba igual ante la llamada de la autoridad-. ¡¿QUÉ HABÉIS HECHO YA, HIJAS DE PUTA?! 

- Nada, Mari, qué vamos a hacer -contestó Marta, que tampoco estaba entendiendo la situación. 

- A lo mejor nos descalifica por la liada de la competición de Navidad -musitó Julia, mirando de reojo a Natalia. 

- Eso fue fuera del salón de actos, en la calle. No puede hacer eso, ¿no? -preguntó con cierto miedo. Si se cargaba lo que quedaba de año, de su último año, por culpa de la rubia repelente, se iba a morir y luego la iba a arrastrar de los pelos. 

- No lo sé -negaron todas con la cabeza. 




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Alba y Noe estaban escondidas detrás de la esquina de su facultad. Miraban algo con cara de estupefacción y Afri, al darse cuenta, se acercó a ellas. 


- ¿Qué hacéis? 

- SHHHHHHHHHHHHHHH -Alba se llevó un dedo a los labios y aprovechó para colocarse las gafas-. Baja la voz, tía. 

- Vale -susurró exageradamente-. ¿Ahora me podéis decir qué hacéis? 

- Ven aquí -Alba tiró de su brazo y la pegó junto a ella contra la pared para quitarla de la vista-. ¿Qué ves? -le señaló a la pareja que estaba unos metros allá, charlando animadamente. 

- A Marilia y a un Dios griego hablando. 

- Lenguaje corporal, Afri, por favor -la instó la rubia, molesta-. No deja de tocarse el pelo y acariciarle el brazo. Es una danza de apareamiento de libro. 

- ¿Danza de apareamiento? -Noe no pudo evitar reír por lo bajo. 

- Sí, es un ritual de seducción típico de los humanos. Seguro que tiene las pupilas como una moneda de cincuenta céntimos -bufó, asqueada. 

TunantasWhere stories live. Discover now