Capítulo 52. Alba Wreche. Wao.

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Acababan de terminar la última actuación antes de la gran final y la euforia entre nuestras tunantas era palpable. El público, de nuevo, estaba entregado a ellas, las adoraban, las amaban y las querían de nueras. Si el enorme salón de actos del hotel más grande de Amsterdam hubiera sido como el de La Voz, todos y cada uno de los asistentes se hubiera girado en sus asientos: todo el mundo las quería en su equipo. 


- ¿Creéis que tendremos podio? -preguntó Marta, con las manos en posición de rezo, mirando el escenario. 

- Vamos terceras. A ver qué tal se portan ahora con las puntuaciones -suspiró Ici, que se mordía las uñas con ansiedad. 

- Yo creo que bien, ten en cuenta que nos han tirado hasta bragas -le recordó la Mari, sacando de la chaquetilla un tanga de abuela. Al fin y al cabo, no dejaba de ser una competición de tunas. 

- Bueno, chicas -se acercó Noemí a ellas con una enorme sonrisa-, ya está todo el pescado vendido. Habéis mostrado vuestra mejor versión y yo no puedo pediros nada más. Habéis sido un diez y estoy muy orgullosa de vosotras, paséis o no paséis a la final. Para mí ya habéis ganado. 

- Ay, Noemí, no nos digas eso que suena a despedida -puso un puchero Julia. 

- En tres días es la gran final y el domingo nos volvemos a casa, yo ya he hecho aquí todo mi trabajo. Os invito a unas cervezas cuando den las votaciones, que os las habéis ganado. 

- ¿A todas? -abrió los ojos Afri-. Somo treinta personas, Noemí. 

- Que se pague algo la Complu, ¿no? -le guiñó un ojo y guardó silencio cuando la megafonía retumbó en la sala. 

- ¡Damas y caballeros, la magnífica organización de la Champions League de Tunas tiene el orgullo de anunciar que van a ser entregados los últimos puntos de esta edición, de la que saldrán las tres tunas finalistas! ¡Mucha suerte a todas las participantes y os citamos en este mismo salón el sábado a las 18:00 horas para la gran final de la Champions! 

- ¡Laaaa Champiooooons, laaa chaaampioooons, turuuuu tururuuuu, LA CHAMPIOOOOOONS! -imitó Natalia la sintonía de la Champions League de fútbol masculino de toda la vida. 

- ¡Nat! ¡Que no oímos! -la regañó Alba, subiéndose las gafas. Estaba realmente nerviosa, y Natalia le dio un beso rapidísimo en la mejilla. 

- Calma, rubia, que nos vamos a merendar a las Frozen. 

- SHHHHHHHHHH -les llamó la atención Marilia, que se estaba literalmente tirando de los pelos. 


Las votaciones comenzaron, y su nerviosismo aumentó con cada diez, once o doce puntos que les otorgaban. El resto de tunas aplaudían sus puntuaciones, con mucha deportividad, pues estaban complacidas, de esa manera en que es la gente europea, de que una nueva tuna tuviera esa oportunidad y la hubiera aprovechado tan bien. Al final, se colocaron en segundo lugar, y parecía que el anfiteatro iba a venirse abajo. Se abrazaban entre ellas y gritaban de pura alegría. 


- ¡La madre que me parió, segundas, chochos, segundas, aaaaaaaahhhhhhh! -la Mari daba tales saltos subiéndose en la espalda de sus compañeras que temían que se rompiera los dientes contra el suelo. 

- Hay que matar a las Frozen -iba diciendo Julia, muy seria, de camino al vestuario. 

- A mí también me da rabia, Juls, pero hay que reconocer que son las favoritas todos los años -intentaba hacerle entrar en razón África. 

- Me da igual, las borramos del mapa y nos volvemos a casa con ese trofeo tan bonito, ¿lo habéis visto? 

- No hay ni que mirarlo, tía, que es gafe -le recordó Natalia. 

TunantasWhere stories live. Discover now