Parte sin título 8. Bollito.

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- Lacunza... Quiero... quisiera hablar de lo de Navidad -dijo Alba en un hilo de voz.

- ¿Qué quieres hablar, Reche?

- Yo... Me gustaría entender qué pasó. 


Natalia la miró con precaución. 


- ¿Te tengo que hacer un croquis de lo que pasó? 

- No... -se mordió el labio de abajo con nerviosismo-. Sé lo que pasó, pero no sé por qué... no sé por qué te molestó tanto -volvió a mirarla y se recolocó las gafas. 


Una lucha interna en el cerebro de Natalia se llevaba a cabo mientras Alba intentaba adivinar hacia dónde se estaban moviendo sus engranajes mentales. La morena se debatía entre irse de allí sin mirar atrás o darle una explicación que para ella resultaba obvia. 


- En realidad... -la poeta se rascó la nuca sin saber dónde mirar-. En realidad la culpa fue mía -la rubia la miró como si estuviera hablando otro idioma. No estaba acostumbrada a que la científica no entendiera algo. Le gustó esa variante desconocida suya, más humana-. Tú fuiste amable, yo fui amable, te dediqué mi soberbio solo de laúd... ¿Has oído a Noemí? Soberbio, wow -sonrió para sí y alzó la vista cuando escuchó la risita ronca de la Reche. Juraría que era la primera vez que la oía-. Simplemente no me lo esperaba después de tanto buen rollo. 


Alba la miró con una intensidad que hizo flaquear las rodillas de la filóloga. Jamás, en todos los años de su vida, alguien le había prestado tanta atención a lo que decía. Podía ver a través de su cráneo cómo desmigaba sus palabras una a una para darle un sentido que ella pudiera comprender. Sus ojos gigantes le estaban taladrando y se removió, incómoda. 


- ¿Querías que fuéramos... amigas o algo así? 

- ¡No, por supuesto que no! -dijo rápidamente. Explicarle aquello iba a ser más difícil de lo que imaginaba-. Yo te estaba muy agradecida por las cuerdas, de corazón -se llevó una mano al pecho-, y tú me deseaste buena suerte, así que... 

- ¿Me oíste? -preguntó con cara de susto. 

- Claro que te oí. Y no me burlé de ti por eso, no era el momento, ¿entiendes? -entornó los ojos para intentar traspasarle la idea a su cabeza-. ¿Te imaginas si les digo a las chicas que me deseaste suerte, tú a mí? -las señaló a ambas con un gesto exagerado, poniendo de relieve su enemistad. 

- ¿Y por qué no lo hiciste? -no lo comprendía, de verdad que no lo comprendía. 

- Porque en ese instante no éramos tú y yo, solo dos chicas que se han hecho un favor enorme y se han disculpado la una con la otra. 

- Por... por eso te molestó tanto lo de después -entreabrió los labios y alzó las cejas como si acabara de descubrir la fórmula de la Coca-Cola. 

- ¡Bingo! -chasqueó los dedos y la señaló con el índice-. Joder, Reche, al final sí que te he tenido que hacer un croquis -rió entre dientes y negó con la cabeza. Qué persona

- Siento si herí tus sentimientos... Yo... yo no lo vi como tú -se encogió de hombros con las mejillas coloradas. 

- ¿Y cómo lo viste? -ya puestas, iba a intentar desenmarañar sus procesos mentales. 

- Fue agradable la conversación cuando me pediste las cuerdas -confesó-, pero eso no cambia nada en nuestra relación. 

- Tampoco cambia nada para mí, pero supongo que estaba un poco blandita. 

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