Capítulo 42. Ordenadas.

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Entraron las científicas en aquel coffee shop de nombre Mary Jane como si acabaran de entrar en Disneyland, pero no en el de París, no, en el de Orlando: con los ojos abiertos con inocencia impresionada, dejándose deslumbrar por los neones de color rojo, verde y amarillo de la entrada y los nervios en la boca del estómago de quien va a presenciar algo pecaminoso. 


- ¿Por qué se llama Mary Jane? -preguntó Marta, sin entender. 

- Mari Juana, tía -le dijo Afri, con cara de superioridad. 

- Bueno, aquí la experta. 

- Es una simple traducción, Marta. 

- Pues la verdad es que parece una cafetería normal y corriente -comentó Alba, subiéndose las gafas-. Si ignoramos el expositor de estupefacientes, claro. 

- Parecen piedras del riñón. A mi padre le quitaron una y era igual, pero más pequeña -comentó Marilia con dulzura. 

- En fin -la Mari rodó los ojos y ocultó una sonrisa-. ¿Dónde nos sentamos? 

- Ahí cabemos todas -señaló Ici, y todas se dirigieron hacia allí. 

- ¿Qué vais a querer? 

- Yo una cerveza. 

- En estos establecimientos no está permitida la venta de bebidas alcohólicas -recitó Alba de carrerilla. 

- ¿Has venido estudiada de casa? -susurró Natalia en su oído, que estaba sentada a su lado. 

- Del hotel -la corrigió-. Y sí, quería saber a qué atenerme. 

- Mi chica eficiente. 

- Ay, no me digas eso -se puso la mano en la boca para que nadie se enterase de lo que estaban hablando. 

- ¿Lo de "mi chica" o lo de "eficiente"? ¿Qué te pone más? 

- No sabría decirte -reconoció con un hilo de voz, roja como un tomate perfecto para un buen salmorejo. 

- Ais, si es que eres una friki, pero así te compré. 

- ¿Me... me compraste? 

- Es una forma de hablar. Así eres y así te quiero -los ojos de Alba Reche parecían huevos cocidos de lo abiertos que se le quedaron-. Quie... quiero decir, que te quiero en plan de desearte... No, joder, eso tampoco... Así te quiero pero no en plan querer, querer, sino que así te quiero PARA MÍ, ¿entiendes? 

- ¿Me... me quieres? 

- PARA MÍ -se dio con las palmas de las manos en el pecho, como Tarzán cuando intentaba aprender el nombre de Jane. De Mary Jane jajajaja, perdón. 

- ¿Para ti un café con leche también? -interrumpió Julia, que estaba intentando entenderse con la camarera. 

- Sí, para mí un café con leche y para Alba otro -disimuló. 

- Gracias -susurró Alba, aún con las mejillas arreboladas. 

- Albi, por el amor de dios, dime que has entendido lo que te quería decir. 

- Sí, sí lo he entendido -frunció levemente el ceño-. ¿No me quieres? 


Natalia se quedó con media respiración atascada en la garganta, las cejas perdidas entre el flequillo y una cara de lerda que no te la crees. A ver qué coño digo yo ahora. 


- Te quiero, claro que te quiero. Yo pienso en Alba Reche y digo: la quiero. Pero también quiero a la Mari, y a Ici. 

TunantasWhere stories live. Discover now