Capítulo 31. El test de la Súper Pop.

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Iba caminando hacia la facultad de filología, pensando en lo fantástica que había sido la no-cita de la tarde anterior, recorriendo la línea seis con Alba Reche recostada en su hombro y soñando en voz alta para ella cómo sería ser novias. No novia de cualquier pelada de por ahí, no, novia SUYA en exclusividad. Alba no tenía ningún interés en las relaciones sentimentales, sin embargo, le había dicho que, de tenerlo, lo haría con ella. Eso, en la mente interesada de Natalia, solo podía significar que había sembrado la semilla de la curiosidad en el cerebro cuadriculado de la Reche. Un hito al alcance de muy pocas. Bueno, no, qué demonios, al alcance de ninguna. Ya era hora de que se diera la importancia que merecía. 

Caminaba bastante contenta con sus avances cuando un piojo rubio salvaje apareció a su lado con las manos en las correas de su mochila, la respiración agitada por la carrera y el flequillo despeinado. Se subió las gafas y sonrió en grande. 


- Hola, Nat -dijo sin borrar la sonrisa, mirándola de frente. Aquello era nuevo, normalmente, sobre todo al principio de sus encuentros, evitaba todo lo que podía el contacto visual directo y alargado en el tiempo. 

- Hola, Albi. Qué chulo este jersey -acarició la manga con la mano y sintió el respingo de la científica a su lado-. El mostaza te queda muy bien. 

- Muchas gracias. A ti también te queda muy bien esta sudadera, pero bueno, no hay nada que te quede mal, así que... -se encogió de hombros y dio unos saltitos a su lado. 

- ¿Qué te pasa que estás tan feliz? 

- Nada, es que te he visto caminando sola y... me he puesto contenta. 

- A mí también me pone contenta verte, rubia -le dedicó una de sus medias sonrisas seductoras. Alba parpadeó muy seguido, sin comprender qué había sido esa electricidad que había bajado de su nuca hasta sus tobillos. 

- ¿Y por qué? -removió el cuerpo y la mochila se movió a un lado y al otro en su espalda. Parecía una niña pequeña, más de lo habitual. 

- Porque me gustas más que comer con los dedos, Alba Reche -Natalia también sabía ser brutalmente sincera. 

- Por esa regla de tres... ¿tú también me gustas a mí? -frunció el ceño y se subió las gafas. 

- En efecto, pero tu mente no procesa bien esa información. Hablan idiomas diferentes, uno es de raíz romance y otro de raíz germánica, uno es android y el otro iOS, uno es de Nesquik y el otro de Cola Cao... Incomprensible para la CPU de tu cerebro este flujo de datos que consiste en la atracción que no se limita a lo físico. 

- Pero física también es -puntualizó, muy innecesariamente. 

- Ya -carraspeo, sudor frío, imaginación poderosa. 

- Yo no creo que me gustes -dijo muy convencida-. Me gusta pasar tiempo contigo, eso es todo. 

- Y tocarme. 

- Y tocarte. 

- Y no solo sexualmente. 

- No, solo no, pero también. 

- Te he entendido, Alba -se ruborizó. 

- No tiene nada de malo que me atraigas mucho sexualmente. 


Mucho. Ah. Natalia, sé fuerte, por tu madre. 


- Tú... tú también me atraes a mí. 

- Pues entonces no entiendo por qué no hemos... 

- ¡No estábamos hablando de eso! -se pasó la mano por la frente. Estaban ya muy cerca del lugar donde se separaban sus caminos-. No crees que te guste, vale, lo acepto. Pero Alba, una pregunta antes de marcharnos, ¿qué significa que alguien te guste? 

TunantasWhere stories live. Discover now