Capítulo 55. Una experiencia mucho más completa.

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Caminaban tranquilamente por la avenida Complutense, de vuelta al metro. El fin de curso estaba cerca, apenas tres semanas de clases y después, las pruebas últimas y el baile de graduación. Se notaba en los nervios, en el ambiente, que estaban a punto de dar carpetazo a una era: la universitaria. Ya empezaban a acariciar las paredes de la facultad con nostalgia, a sonreír con las pintadas en los baños de las chicas, que siempre las había acompañado, a echar de menos al personal de la cafetería, que tantos cafés y cervezas les habían servido, e incluso a mirar con cierto cariño a los profesores y profesoras que habían sido castigo y cruz. 

Y los viajes en metro. Natalia también iba a echar de menos los viajes en metro. 


- Hola, chicas -saludó Alba, uniéndose a ellas por el camino, apretándose las correas de la mochila y subiéndose las gafas. 

- ¿Cómo llevas la vuelta al cole, Reche? -le preguntó Julia, pasándole un brazo por los hombros. 

- Pues... pues muy bien, la verdad. Tenía ganas de volver. ¿Y vosotras?

- Genial, deseando terminar. Nos vamos a pegar un viaje este verano que se va a cagar la perra -se felicitó la Mari, soñando ya con un futuro prometedor. 

- Y después del verano... ¡AL INEM DE ACAMPADA! -dijo Marta, aplaudiendo con una sonrisa histriónica, fingiendo ilusión. 

- Tenéis buenas notas, es posible que... que encontréis un buen trabajo. 

- ¿La Reche desaprovechando la oportunidad de burlarse de las letrasadas? ¿Te encuentras bien? -la Mari le puso una mano en la frente y Alba sonrió con timidez. 

- Es que un mundo sin libros sería un mundo... un mundo sin arte, y el arte es muy importante en una sociedad -repitió las palabras que Natalia le había dicho durante las semanas en Holanda, haciendo que esta sonriera complacida. 

- Lacunza, estás haciendo muy buen trabajo con la friki, enhorabuena. 

- Gracias, me alegro de que se valore mi esfuerzo. ¿Qué te han dicho en la facultad de tu súper corte de pelo? -le preguntó, alborotándoselo con la mano. 

- Me han dejado tres números de teléfono cuando... cuando hemos ido a la cafetería, así que yo creo que a la gente le ha gustado. 


Las poetas, Natalia incluida, se miraron entre sí, un poco inquietas. 


- El cuadrante Reche vuelve funcionar -comentó Julia, compartiendo la respiración contenida de las demás. 

- No -contestó muy rápido la rubia, negando con la cabeza-, no estoy pensando en el cuadrante ahora mismo -echó una mirada de soslayo a Natalia, que intentaba no sonreír, carraspeó y se apretó las correas de la mochila de nuevo. 

- ¿Y en qué estás pensando? -se atrevió a preguntar la Mari, deseando que estallara ya todo de una vez por los aires. 

- En... en los exámenes, claro. 

- Por supuesto. ¿Cómo los llevas? 


Natalia observó con suspicacia aquel trato, ya no solo amable, lo cual era algo a lo que ya estaba acostumbrada, sino genuinamente interesado de sus amigas hacia Alba Reche y sus circunstancias. ¿Tanto se habían unido en el viaje a Holanda? Sospechaba Lacunza, mordiéndose el moflete por dentro, y disfrutaba Alba de esas atenciones inesperadas. 

No tardaron en quedarse solas tras la despedida de la Mari, por lo que Natalia se pegó a ella sin ningún disimulo. 


TunantasWhere stories live. Discover now