Capítulo 30. Si fueras mi novia.

20.1K 1.3K 1.9K
                                    

Natalia entró en su piso tal y como había recorrido los quince minutos que separaban su hogar del de la rubia: dando vueltas de ballet sobre sí misma con los brazos en alto y una sonrisa que competía en luminiscencia con la mismísima luna. Resultaba extraño que no estuviera nadando a braza por el aire, flotando dos metros por encima del asfalto de lo contenta que estaba, surfeando aún la ola gigante de haber sido besada por Alba Reche. Alba Reche consciente y serena. Alba Reche de puntillas para alcanzar su boca, con toda la intención del mundo, sin trucos ni estratagemas. Alba Reche con sus labios y sus ojos de gata. 

Se fue desnudando sin detener su baile, tirando por la casa las prendas como si, en lugar de sola y feliz, hubiera entrado acompañada y excitada. No podía detenerse, calmarse, doblar su ropa y dejarla colocada en la silla de su habitación. Era imposible eso. Dudaba siquiera que pudiera dormir en toda la maldita noche del subidón que llevaba. 

Besada por Alba Reche, la virgen. 

Se tiró en la cama con una camiseta larga, los brazos abiertos de par en par y la sonrisa ensanchada con un filtro de instagram. Tampoco iba a darle la espalda a la realidad, un beso no significaba que tuviera vía libre hasta su corazón, pero al menos ya había desatascado el acceso a su interior. Seguía viendo el futuro con la rubia igual de negro, igual de inalcanzable, pero podía apuntarse un tanto, pues estaba segura de que era la primera chica que había probado su boca sin haber caído después en su cama. Alba no daba besos por el placer de darlos, era demasiado práctica como para eso y, si lo hacía, era como medio para alcanzar un fin: copular. 

Lo cierto era, y no podía hacer como si no hubiera sido así, que la intención de la científica había sido la de subir con ella a su piso y tener un final feliz. Una parte de ella, la más inconsciente, se abofeteaba por no haber seguido el impulso de su instinto, pero el lado racional se aplaudía con tremendo respeto: no era fácil decirle que no a la chica que te gusta. 

¿Cómo sería acostarse con Alba? ¿Sería top? Bueno, podría apostar que lo era. ¿Le gustaría suave, duro? Romántico desde luego que no. Uf. Prefirió dejar ese tema hasta que fuera realmente algo posible, que lo era, pero no para ella, pues el pensamiento que predominaba en su cerebro era el del post coito: el abrazo, los besitos en el hombro, las palabras cursis y los corazones saliendo por los ojos. Y eso era algo que, por desgracia, no podría tener con Alba, al menos de momento. 

Se miró las manos, como si pudiera echar un vistazo al futuro y sentir en sus yemas el tacto tibio de la rubia, su vello rasposo, la suavidad cadente de sus curvas, la humedad de sus grietas, la rugosidad de su lengua por todas partes. Esas manos, quizá algún día, tocarían su piel manchada de lunares y la harían suya durante un rato. Quiso pensar en esa Natalia llena de Alba, a nivel literal y metafórico, y la envidió. A la del presente, aún le quedaba un largo camino por recorrer y muchas tentaciones que esquivar ya que, si algo tenía claro, era que no le entregaría su cuerpo hasta haber obtenido de Alba su corazón. 

Una vibración en la mesita de noche le hizo sonreír todavía más. 


*Pupilitas Oreo*

Besas muy bien

*Natalia*

Muchas gracias

Tú también

Te ha funcionado el calmante?

*Pupilitas Oreo*

Sí, la verdad es que ese escozor se me ha quitado

Estoy sonriendo bastante, si te digo la verdad

TunantasWhere stories live. Discover now